Pelluhue y Curanipe, los pueblos asolados por el mar al sur del Maule
<P>La comuna costera a la que pertenecen ambas localidades quedó devastada por el tsunami. Casas, autos, oficinas municipales, pensiones y restaurantes, todo desapareció. Los habitantes bajan de la zona alta sólo para rescatar enseres y cuidar lo poco que quedó de sus hogares de los saqueadores.</P>
En Alto Las Petacas, en los cerros costeros de Curanipe, una treintena de niños rodean el fuego donde las "tías" preparan el almuerzo. A su lado se levantan un par de improvisadas carpas, pero ellos no están allí de campamento. Hace cuatro días las mismas "tías" les daban la comida en el comedor del hogar de menores de Curanipe, donde pasaban el verano mientras sus padres trabajan. La tierra y el mar se llevaron para siempre ese lugar y ahora el grupo come y duerme en el cerro.
Esa es sólo una de las historias que revelan el drama de la zona de Pelluhue, la última comuna de la costa sur de la Región del Maule, que tal como Constitución, quedó asolada por la mezcla maldita de terremoto y olas gigantes de la madrugada del sábado.
Otras 200 personas se trasladaron con carpas y víveres hasta el sector alto de Pelluhue y la vecina Curanipe, los dos pueblos de esta comuna rural. Abajo, todo casi todo está destruido y nadie quiere volver por temor a nueva salida del mar.
Casi el 80% del sector poniente de esas localidades está destruido: el municipio, devastado; los hostales, pensiones y restaurantes no existen; la Posta prácticamente arrasada; las escuelas inutilizables.
En época estival, los 2.500 habitantes de la comuna recibían a otras 7.000 personas. La gente agolpaba el tradicional Pueblito Artesanal, la oficinas de buses, el centro de entretenciones, la pistas de carreras de miniautos y la caleta de pescadores. Nada de eso está en pie.
Ahora el paisaje es de casas en la orilla del mar, buses y automóviles volcados, botes en medio de los barrios bajos y la única ambulancia que operaba tirada a 50 metros de su estacionamiento original.
A los niños del hogar residencial de menores los recibió una vecina del sector alto, que los dejó acampara en su terreno. Les dio agua y carbón para cocinar. Otros no corrieron la misma suerte y buscan a los muertos: "He recorrido toda la costa varias veces y no encuentro a mi tío y dos sobrinos chicos. Quiero por lo menos tener sus cuerpos a ver si el mar me los devuelve para poder sepultarlos", pide un vecino.
Bomberos y carabineros se abren paso entre los escombros en el borde costero para buscar cadáveres. Los familiares se sientan junto al camino a ver si un milagro les devuelve a los suyos. Otros vecinos se turnan para bajar desde el cerro y recuperar las cosas que pudieron salvarse.
Los reclamos se multiplican por la falta seguridad y los vecinos acusan a foráneos de llevarse radios, lavamanos, llaves de baño, vajilla y otras cosas de las casas que lograron quedar en pie y carabineros informó que no se podrá circular en la noche por la zona costera.
Mientras, en la Parroquia de Santo Toribio de Curanipe se convierte en el lugar donde se mezclan los cuerpos de las víctimas encontradas en la playa y los fieles arrodillados buscando consuelo.








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