Perderse en Franklin

<P>¿Cómo encuentro el norte y lo vuelvo a perder en los vericuetos del Bío Bío? Escojo un galpón y obedezco mecánicamente al itinerario que me dicte el destino. </P>




Calle Víctor Manuel

En las calles de Víctor Manuel hay que practicar salto largo para no pisar las cucharas de plata, bulbos de azucenas, colecciones completas de gogos, rollos de película Super 8 y comics de Condorito de aquellos tiempos. Me mareo fácilmente y justo cuando decido tomar un descanso mental, aparece un sillón de peluquero de más de 100 años ante mis ojos. Me quedo pensando cómo hacer para juntar las lucas y llevármelo a la casa. Cuando estoy en ese proceso creativo, veo un puesto que oferta crías albinas de erizos terrestres. Para los niños, nada mejor: les enseña a criar una mascota, sin que usted tenga que estar encima.

Las cuencas tibetanas

Mis oídos caen hipnotizados por un cuenco tibetano de la tienda de Luz María, en pleno Sector 2, al lado del Galpón 7. Ahí uno se olvida de la certeza de tener que huir, para hacer una última inversión en figuritas del calendario chino, pequeños budas alegres, banderas tibetanas y los infaltables gatos de la suerte que, moviendo su pata izquierda, cumplen magistralmente el propósito de verlo entrar. Luz María Silva vende imágenes de Buda, desde $ 500 hasta $ 250.000. Cuencos de cuarzo y siete metales, desde $ 25.000. Banderas tibetanas $ 5.000.

Dirección: Víctor Manuel 2220, sector 2, local 299.

Juegos más baratos

En el que fuera el paraíso de los lanzas, hoy veo muchos carabineros que velan para que uno busque tranquila. Hasta dan ganas de apostar por la tecnología. Me metí a una especie de mall cibernético, con mucha gente y luz artificial. Tuve el intento de refunfuñar, porque ya las cosas no eran como antes, que estaba todo tan lleno de plástico. Pero cuando me di cuenta de que el último chiche para el Play Station cuesta la mitad que en la tiendas del barrio alto, cerré mi boca. Go Tech promete buenos precios.

Dirección: San Francisco con Placer.

Para el hambre

Me dejo guiar por los olores: incienso de rosas y libros usados por acá; fritanga de sopaipillas y empanadas por allá. Entonces -y sólo entonces- sentencio amén y me obligo a parar. Avanzo con la promesa de no desviarme ni mirar para el lado hasta llegar a Galpón 1. Busco celebrar con un cebiche del Piscis Australis, pero descubro que después del terremoto aquí quedó todo revuelto y no sólo desapareció mi restaurante favorito, sino que también el local de los fósiles, donde contemplaba amonites. Entonces barajo el legendario El Pobre Guido (sábados y domingo al almuerzo) y pedir uno con tomate y mucha mostaza. Lomos, lo de Guido son los lomos. Doy una vueltas antes por el peruano de Doña Tere con Sabor. El cebiche acá lo aliñan como en los mejores limeños, con cebolla morada, choclo XL, camote, canchitas y lechuga ($ 3. 000). Acompáñelo con una Inka Cola, infaltable en este local.

Dirección: El Pobre Guido en

Franklin esquina Ingeniero Obrecht. Doña Tere con Sabor, Víctor Manuel 2298.

Los cristales

Después de mi almuerzo, seguí con la parte que más me gusta: las lágrimas de cristal. Imposible no sucumbir ante piezas tan nobles que pueden ser transparentes, rojas, azules o rosadas para el amor. Arturo Barraza es experto en cristalería fina y corta corazones coloridos en vidrio que vende a $ 1. 500. De la tienda de Juan Banda y su hija Sandra me llevé tres verdes por $ 2.000; luego me aferré a un lagrimón barroco traslúcido, que no me importó que costara $ 4.000, porque lo imaginé brillando en mi ventana. Igual regateé. Felizmente cargada con bolsas de nailon negras, continué por donde me guió el alma, por unos laberintos donde pude tocar tesoros que no se podían tocar. Me senté en un sofá añoso y me soñé político con bigote en los tiempos de Alessandri Palma. Tuve la ilusión de recuperar esos muebles destartalados, de negociar enérgicamente por ellos, hubo que dejarlo para otro momento, porque ya había caído la tarde.

Dirección: (Juan Banda) Víctor Manuel 2296, galpón 7, local 14. (Arturo Barraza)

Víctor Manuel 2296, galpón 5, local 374.

Datos extra

El Persa Bío Bío es una colección de galpones y ferias libres en el barrio Franklin que hace 160 años albergó al Matadero de la ciudad. Hay que ir los sábados, domingos y festivos. En la semana abre menos de la mitad de los locales.

El metro Franklin lo deja en epicentro, donde están las 20 cuadras de bombardeo visual permanente.

En auto, se puede llegar a un estacionamiento que está en la calle Víctor Manuel. Cuesta $ 800 la hora, $ 3.000 el día completo.

No pajaree. Mejor sin cartera ni billetera; la plata en los bolsillos. Regatee siempre.

Recomendable antes de ir: ubicarse en el mapa que ofrece su despelotada página www.persabiobio.com

Nunca pretenda conocerlo en un día. Para ser sinceros, el gran Persa Bío Bío consta de al menos unos 20 "persas" y busca ser un gigante mall abierto. Ideal hacer uno diario, en paseos de unas tres horas (domingo en la mañana).

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