Persa del Arte: obras buenas y baratas en el corazón de Franklin

<P>La iniciativa donde artistas como Bruna Truffa y Arturo Duclos ofrecen obras a menos de $ 300 mil, llega ahora a Las Condes.</P>




Hace rato que a Carmen Momberg le daba vueltas una idea en la cabeza, pero nadie daba un peso por ella: vender obras de arte en el persa Biobío. Le dijeron que el olor a pizza y a sopaipillas ahuyentaría a los coleccionistas, acostumbrados a las calles limpias de Alonso de Córdova y que nadie iría a buscar una pintura en medio de piezas de computador, ropa y muebles viejos. Pero se equivocaron. En octubre de 2011, la primera versión del Persa del Arte rompió los esquemas y las obras de Bruna Truffa, Guillermo Núñez y Malú Stewart, entre otros, se vendieron como pan caliente.

El lugar elegido fue estratégico. Factoría Santa Rosa, una galería de arte sin fines de lucro abierta a inicios del 2011 en el segundo piso de la ex fábrica textil Musalem, en el bullente barrio Franklin, y dirigida por una de las herederas: Carolina Musalem, quien a los meses ya estaba convertida en socia de Momberg. "La factoría se llena de empresarios jóvenes y clase media dispuesta a invertir en arte y, claro, también llega gente del barrio alto", dice Musalem.

Hace dos semanas el persa del Arte tuvo su cuarta edición: se vendieron más de 200 piezas en dos días. "Hay obras que se han expuesto en otros lados, otras sacadas del clóset de los artistas y originales especialmente hechos para el persa. O sea, piezas únicas a bajo precio", dice Momberg.

Artistas que en otras galerías tienen obras en torno a los $ 3 millones, aquí muestran creaciones más económicas: un grabado de edición limitada de Bruna Truffa está a $ 100 mil o una pintura de Arturo Duclos a $ 250 mil. Claro que son otros formatos: difícilmente encontrará pinturas de grandes dimensiones; aquí se la juegan por el papel, los grabados y los cuadros que no superan los 50 centímetros.

Así, en el último Persa del Arte, el diseñador Juan Guillermo Tejeda encontró un dibujo de Gonzalo Ilabaca, de sus primeros años, a $ 77 mil y no dudó en llevárselo: "Me recuerda a los Supermercados del arte, que organizamos en los 80 (en el Centro de Extensión de la UC), tiene ese mismo toque de barrer con los muros y focos de la galería para acercar el arte a la gente", dice.

Llegar y llevar

Pero la idea no se quedará en Franklin. El 6, 7 y 8 de julio, la venta llegará al restaurant Terraza de Isidora del barrio El Golf. No se llamará Persa del Arte: será la primera versión de Santiago Bazar. Habrá pinturas, esculturas, grabados y fotografías entre los $ 30 mil y $ 300 mil. "No tengo expectativas con esta nueva feria, me gusta tirarme a la piscina, probar nuevos espacios y fórmulas", dice Momberg.

Todo partió en 2008, cuando la periodista y gestora cultural lanzó kunst.cl, una vitrina online, donde también ofrecía obras a bajo precio y pago con tarjeta de crédito. Las galerías tradicionales no la miraron con buenos ojos. "Aquí el mercado es chico y conservador, como compradora nunca me sentí satisfecha con una galería, se demoran un mes en entregarte la obra y como tres en el certificado de autenticidad. El mundo de las galerías es demasiado frío. Yo me pongo en el lugar del cliente, los atiendo en la cocina de mi casa, nos tomamos un café, conversamos, es así de simple", dice.

Pronto dará otro paso más. A fines de julio en Barrio Bellavista pondrá en marcha el Taller Kunst, donde los artistas José Santos Guerra, Paula Dünner, Lorenzo Moya y Coco González harán clases con un máximo de cuatro alumnos, con valores entre los $ 60 mil y $ 90 mil al mes. Allí se enseñará desde técnicas como pintura al óleo, confección en fieltro y origami. Además, los fines de semana habrá workshop para niños de 12 a 16 años por un valor de $ 9.000.

"Hice un magister en Gestión Cultural en la U. de Chile y me retiré. Te enseñaban marketing del año 90. Con los artistas es igual. En las escuelas les enseñan a vivir de hacer clases, del Fondart o de los auspicios y no a autogestionarse. En Chile se mira mal el emprendimiento", señala Carmen Momberg.

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