Peter Gabriel fue ovacionado en un show sin puntos bajos

<P>El británico actuó ante 9 mil personas en el Movistar Arena anoche.</P>




Sólo habían pasado dos años desde la última vez que Peter Gabriel se paró sobre el escenario del Movistar Arena, para repasar un puñado de canciones de su extensa discografía. Pero el show que el ex Genesis presentó anoche en el mismo lugar, ante nueve mil fanáticos, no tuvo nada que ver con ese ni con ninguno de los otros tres conciertos que había dado antes en Chile. La razón estuvo a su espalda durante todo el show: Gabriel volvió para presentar con una orquesta sus últimas aventuras, dos álbumes sinfónicos. Uno con canciones prestadas de artistas como Lou Reed y Talking Heads (Scratch my back, 2010), y otro en que revisó canciones de su discografía (New blood, 2011).

En esta apuesta, Gabriel dio un paso más que otros, como Sting o Metallica, que antes habían hecho versiones orquestadas de sus éxitos: el inglés prescindió completamente de los instrumentos rockeros para dejar toda la responsabilidad instrumental en la orquesta. El resultado en vivo son canciones que parecieran haber sido compuestas para una sinfónica, y no solamente versiones arregladas de éxitos ya conocidos. Ahí, Gabriel y su voz pasan a ser el instrumento solista, y él lo entiende así, dándole matices de volumen e intensidad a cada frase, en busca de ser una continuación de las emociones entregadas por la orquesta y demostrando que su voz sigue intacta.

El concierto partió a las 20.30 horas y con una breve presentación de las dos coristas del inglés. Luego de esta apertura llegó el acto principal, y quizás porque había una orquesta de 47 músicos en el escenario, el público al inicio se mantuvo algo solemne, aplaudiendo contenidamente el espectáculo, que tuvo su puntapié inicial Heroes, de David Bowie, con Gabriel de pie al lado de los músicos, dejando el foco central a Ben Foster, el director de orquesta.

Buscando mantener al público en esa misma calma durante la primera etapa de su show, Gabriel -que habló siempre en español, contando historias que leía desde un papel- optó por dejar los grandes éxitos para el final y partió revisando canciones como Wallflower y San Jacinto. Pero pronto, las seis pantallas que lo acompañaban le recordaron al público que esto no era el teatro Municipal: el show tuvo un apoyo visual que no se conformó con repetir la imagen del escenario, sino que presentó una propuesta con efectos especiales y novedosos ángulos, y un trabajo de luces impecable.

Hacia el final sí hubo espacio para una medida euforia, con Red rain, In Your Eyes y Solsbury Hill, que pusieron a aplaudir a una devota audiencia.

Antes del concierto, el músico se reunió con el Presidente Piñera, el ministro de Cultura y el embajador británico en La Moneda, en una charla que duró cerca de 40 minutos. "Yo quería mencionarle algunos asuntos relacionados con los derechos humanos y él fue muy abierto", comentó el inglés a su salida.

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