Pezoa Véliz, el regreso del autor marginal de la poesía chilena

<P>Su obra es antecedente de la antipoesía. Murió a los 28 años, en 1908. </P>




Escribió sus mejores poemas en cuatro años: entre los 24 y su muerte, a los 28. Pero murió inédito. En algunos de esos versos Carlos Pezoa Véliz hizo su autorretrato: "Era un pobre diablo... joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido, siempre cabizbajo...", anotó en Nada, un poema que Mauricio Redolés hizo canción. Para Redolés, Pezoa es "el primer poeta rockero de Chile". Antes, Nicanor Parra había dicho que sin Pezoa Véliz no hay antipoesía.

Nada se titula también la antología que Ediciones Universidad Diego Portales publica con una selección de su poesía y prosa. En ella, el historiador Manuel Vicuña apunta que Pezoa Véliz fue "un escritor turbado por una imaginación literaria poblada de espectros sociales, guiñapos humanos, muertos de hambre".

Nacido en Santiago en 1879, cerca de la Plaza Almagro, su papá fue un vendedor de apellido Moyano y su mamá -de apellido Jaña- era empleada en la casa de los Pezoa Véliz. De ahí el seudónimo.

Son los últimos años del siglo XIX. El poeta saca apenas la secundaria, pero anda con libros de francés bajo el brazo, que intenta traducir, a la vez que va al Mercado Central a trabajar de ayudante de frutero. Allí se relaciona con los poetas de La Lira Popular, donde publica algunos poemas sobre los barrios bravos del sector. Crimen de la calle del puente salió en sus pliegos con la firma de Juan Mauro Bío Bío. Y es rescatado en la antología Nada: "¡Ay de los pobres que en Chile/ una chaucha escamotearon! Mas, los ricos que robaron/ ¡a pasear a Europa van!", escribe.

El poeta Oscar Hahn, que antologó su poesía en El pintor Pereza (Lom, 1998), destaca la actualidad de la obra de Pezoa, a más de un siglo de su creación: "Los temas sociales que desarrolla tienen plena vigencia en el Chile de hoy. Hay que destacar también una vertiente de su poesía en la que critica los males de su tiempo con ironía y humor corrosivo".

Pezoa Véliz iba al grano en su escritura. Un lobo estepario, de pocos amigos escritores. El poema que abre Nada se llama Latigazos para algunos poetas ratas de la literatura popular de Chile. "Se alza aquí como poeta/ cualquier pillo o ganapán,/ y en su miserable afán/ nunca al público respeta./ Como sólo lo sujeta/ la sed ansiosa de plata", dispara.

En 1902, con 23 años, va a Valparaíso. Duerme unos días en la calle. El poeta Víctor Domingo Silva consigue que pase las noches en la biblioteca de la Marina. Comienza a escribir en la prensa obrera y hace clases a un grupo de señoritas de Viña del Mar. Tras apoyar la candidatura presidencial de Pedro Montt, logra un trabajo de secretario en la Municipalidad de Viña. Pero el terremoto de Valparaíso de 1906 lo deja en la lista de heridos: una pared le cayó encima. Pasa meses en el Hospital Alemán, donde escribe uno de sus mejores poemas: Tarde en el hospital. Enfermo de tuberculosis, vuelve a Santiago y muere en el hospital San Vicente, en 1908. Sus amigos pagan los servicios fúnebres, al que asiste Augusto D'Halmar. "Era como un hermano de leche", dice. En su diario, Pezoa anotó: "Desde anoche me han entrado furores por ser bueno. Quiero dulcificar mi carácter hasta hacerme querido y respetado".

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