Pídale a San Antonio que le mande un novio...
<P>En Santiago, hay seis iglesias franciscanas que tienen la imagen de San Antonio de Padua. Cada martes, a las 19.30 horas, los fieles se juntan a rezar y a pedirle favores porque es "milagrero". Un mito extendido es que ayuda a encontrar novio ¿Quiere saber si es verdad? Esta es una historia de pura fe. </P>
HACE tres años, Rosa Mejías (40) tomó una decisión drástica. Roció con bencina su pequeña casa de madera en San Felipe y quiso arder. Su pareja por 14 años la había dejado por otra y en esos minutos de dolor puro y genuino se olvidó de todo. Antes de encender el fósforo, la encontró su mamá. Ella tomó una decisión más drástica que la de Rosa: la internó en un hospital por 13 días. Diagnóstico: depresión. Penas de amor.
Se recuperó de a poco. No volvió a tener ideas suicidas. Se demoró cuatro meses en volver a reír. "Los hombres siempre se arrepienten a los cuatro meses, así que me llamó mi ex, pero ya era tarde. Me había causado mucho dolor", cuenta Rosa. No lo perdonó y a cambio se vino a Santiago y se instaló a vender velas y santitos en las afueras de la Basílica de La Merced, en Merced con Mac Iver. Hace un año estaba en eso, y contándole esta historia a una clienta, cuando escuchó la recomendación de rezarle a San Antonio.
-¿Y lo hizo altiro?
-Altiro, en 15 días tenía novio. Y un hombre tan bueno-, dice. Le encendió una vela blanca con café y al santo lo metió de cabeza en un vaso con agua. La creencia dice que a veces resulta mejor así.
En Santiago, hay seis iglesias franciscanas que tienen la imagen de San Antonio de Padua, un santo canonizado por el papa Gregorio IX en 1231 y que ha sido venerado mundialmente por sus favores. "Es un santo milagrero", asegura fray Jaime Flores, sacerdote franciscano, quien dice que es un "protector de los indigentes y gente pobre", pero que tampoco se complica si las mujeres vienen a pedirle un novio, una situación que tampoco puede contabilizar, porque la gente reza y no en voz alta. Igual ha podido escuchar alguna de esas peticiones en la iglesia San Francisco, donde acaba de terminar de confesar a un hombre. Ahora lee un libro que justo tiene como marcador una oración del santo. "La gente puede pedir lo que quiera. Las mujeres, incluso, pueden pedir que les traiga novio. Todo es cuestión de fe. Yo no me puedo meter en el fuero interno de las chiquillas. Si piden por una pareja es porque lo necesitan", dice.
En una de las parroquias que tienen su imagen hay un libro con peticiones. "Dame el amor del Nico, querido santo", dice una de ellas. Otra: "Condúceme a ese amor de verdad y que él mismo me lo diga", ruega otra mujer llamada Marcela.
¿Pero a quién se le ocurrió que San Antonio podía traer un pololo mejor que el que se fue? Es simplemente una tradición. Jon Barrondo, catequista de la parroquia San Antonio de Padua, ubicada en calle Carmen 1553, entrega su versión: "En un pueblo en Italia, había una niña, la única soltera de su familia. Una amiga le dijo que le prendiera una vela para conseguir novio, y ella lo hizo. Un día se aburrió y tiró el cuadro por la ventana con la suerte de que le cayó a un tipo en la cabeza. El gallo era un galán y ella más fea que apretarse los dedos en la puerta", cuenta riendo; pero Jon, a quien San Antonio le ayudó a encontrar una plata perdida, según dice, termina su relato con el milagro: "Y se casaron".
Pedirle a este santo que traiga a una pareja es parte de la cultura popular. La idea tiene hasta cumbia, aunque Rodrigo Larraín, sociólogo de la U. Central, dice que creer que San Antonio es casamentero es un mito: "Pasa que en el siglo XIII él hizo el milagro del amor: hizo que un asno reconociera el cuerpo de cristo en una hostia y se arrodillara. Esta historia se extendió y cuando llegaron los franciscanos a México se entendió que el milagro del amor tenía que ver con las parejas", cuenta; pero cree que no tiene nada de malo. "La fe le da sentido a la vida porque vivimos un mundo en incertidumbre. Es un refugio para la sociedad".
Nicole Valenzuela no puede explicar ni decirle a nadie que crea o no en el mito. Pero pone su vida como ejemplo. No se había dado cuenta de su propio milagro hasta que hace 12 años buscó una fecha para casarse y la única que encontró fue el 13 de junio. Entonces, todo le hizo sentido. "Yo trabajaba como enfermera en un hospital, tenía 28 años y estaba sola. Un día una paciente se me acercó y me dijo que me iba a regalar una medallita de San Antonio... '¡Le va a llegar un hombre bueno, bueno!', me dijo. Y me puse la medalla. Pasó un año y conocí a Juan Manuel, mi esposo. Los dos somos devotos de San Antonio desde entonces, pero solo nos hizo sentido esta unión cuando vimos que no había más fecha para casarnos que el 13 de junio. Es el día de San Antonio", dice.
Rogelio Wouters, sacerdote franciscano, no se espanta por la cultura popular. Tampoco si ponen de cabeza la imagen de San Antonio, porque para él es igualmente una expresión de fe. Pero deja algo claro: "Los santos son para que la gente tome ejemplos".
Un vendedor ambulante que lleva más de 10 años cerca de la iglesia San Francisco sabe de las mujeres que le rezan a este santo que puede traerles novio, aunque otro vendedor de velas y santitos no cree para nada en el resultado: "No da maridos muy buenos", dice, lanzando una carcajada. Lo suyo es solo ironía. No tiene como comprobarlo.
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