Pomaire supera el terremoto, pero la tradición de la greda vive su peor momento

<P>Artesanos y alfareros temen que el pueblo se convierta en una feria persa y pierda la identidad que lo ha caracterizado por décadas.</P>




"Pomaire es un Titanic, se está hundiendo de a poco", dice Rodrigo Toledo, presidente de la Asociación de Artesanos, mientras envuelve unos rulos de mimbre que vende a $ 800.

Ubicada a unos 50 kilómetros al oeste de Santiago por la Autopista del Sol, la localidad de Pomaire o "cueva de salteadores" ya no es la misma de antes. Hoy la alfarería y artesanía en greda deben competir con bananos reggae, sombreros, poleras y vestidos de moda, además de diversos juguetes chinos que se cuelan entre pomairinas, chanchitos-alcancía y las típicas pailas donde se sirven el pastel de choclo y las cazuelas de ave tan características de la zona, al igual que sus empanadas de medio kilo.

El terremoto dañó parte de las 500 hornillas que cuecen la greda, pero a la semana del siniestro ya estaban en pie. Las fachadas de las casas no quedaron en el suelo. Sin embargo, lo que sí está en franco retroceso es el reconocimiento de la expresión tradicional del pueblo como la capital de la greda, condición que se remonta a sus orígenes.

Pomaire es parte de la comuna de Melipilla y está unos cinco kilómetros hacia el oriente, lo que para algunos también influye en la pérdida de identidad del pueblo. "Pomaire es el hijo pollerúo que no se independizó y vive a expensas de su mamá", dice Víctor Silva Vera (58), alfarero con 40 años de experiencia y primo hermano de la artista de la zona Julia Vera. Víctor es uno de los pocos que aún mantiene la tradición de crear con sus propias manos y evitar el uso de torno movido por las piernas, característica que diferencia la alfarería de la artesanía. Su modesto puesto está repleto de objetos hechos a mano, en su mayoría de pequeño tamaño y que destacan por la inscripción de autor, algo escaso en el pueblo.

Nuevas generaciones

Rosa Reyes (48), presidenta de las Mujeres Alfareras, advierte que la escasa organización local impide enfrentar adecuadamente el tema y que, si ello sigue así, "Pomaire a futuro va a ser un persa".

Mientras las manifestaciones más tradicionales van perdiéndose, las nuevas generaciones han emigrado por nuevas oportunidades.

Es el caso de los tres sobrinos de Francisco Almarza (52), todos fuera de Pomaire estudiando en la universidad, lo que "nos deja sin ninguna esperanza en la greda", se lamenta. Mientras pule una paila con el torno y una piedra, dice que el más joven cortador -hombre que moldea los artefactos con sus manos en el torno y luego los corta para despegarlos de la base- tiene 35 años.

Oferta no tradicional

Hay unos 300 locales que se concentran en dos calles: San Antonio y Roberto Bravo.

Cerca del 40% apunta a rubros que no guardan relación con la greda: venta de ropa de origen chino, jockeys, bolsos de género y aros plásticos, lo que, a juicio de artesanos y alfareros, terminará con la actividad típica de la zona.

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