¿Por qué las niñas de rosado y los niños de azul?

<P>Otra vez la respuesta está en la evolución. Las mujeres aprendieron a distinguir que las frutas maduras tenían tonos rojizos y los hombres, a cazar en días despejados.</P>




PINTAR LA PIEZA rosada si es niña o celeste si es hombre, parece ser una arbitraria elección paternal, pero expertos aseguran que esta inclinación cromática tiene una raíz evolutiva. Más específicamente, en nuestro origen cazador-recolector.

Científicos de la Universidad de Zhejiang (China) afirman que las mujeres crecieron aprendiendo a distinguir los colores morados, rojos y rosados, para diferenciar las frutas maduras. "El cerebro de una mujer debió especializarse para las tareas de recolección, como la identificación de la fruta madura o las hojas rojas comestibles", escribieron los expertos en la revista Personality and Individual Differences, donde publicaron su investigación. No es todo. Los tonos rosados y rojizos sirvieron también para escoger pareja: ambos pigmentos en una piel representan un compañero saludable y, por tanto, más apto para preservar la especie.

Los hombres, en cambio, ven el color azul como sinónimo de un día soleado, la mejor condición para cazar. Por ello, según los expertos chinos, los padres, en una actitud instintiva, refuerzan el uso de estos colores en sus hijos, para afianzar así las aptitudes de protector y proveedor.

¿Influencia cultural o marca genética? Es la pregunta que intentan responder los científicos chinos a continuación en su estudio y para eso se basan en una serie de investigacines previas, como la de octubre de 2010 de expertos de las universidades de Lieja (Bélgica), de Ginebra (Suiza) y de Surrey (Gran Bretaña), que corroboraron utilizando resonancia magnética funcional, cómo el azul genera cambios positivos en el cerebro.

Los investigadores sometieron a un grupo de voluntarios varones a rayos azules y verificaron cómo su actividad cerebral evidenciaba cambios positivos, no sólo en el hipotálamo (esencial para la regulación del ritmo biológico) sino también en la amígdala. Esta región es una de las zonas más primitivas del cerebro humano y regula las emociones básicas, como el miedo. Es la encargada, por ejemplo, de colocar al individuo en alerta ante una situación de peligro y generar la respuesta de huida.

La dulzura del rosado

La investigación china también encuentra sustento en otro estudio hecho en 2010 por expertos de la Universidad de Bombay (India), que analizó el comportamiento de 600 mujeres al comprar fármacos de venta libre, descubriendo que las pastillas rojas y rosadas eran elegidas casi automáticamente. Un alto porcentaje las definió como "más dulces", mientras que las amarillas fueron calificadas como "más saladas", aun cuando dicha caracterización no tuviera ninguna relación con los ingredientes reales de los medicamentos.

El 11% aseguró que las tabletas blancas o azules eran amargas y el 10% dijo que las naranja eran agrias.

La conclusión de la Universidad de Zhejiang ya había sido sugerida por un estudio de la Universidad de Newcastle (Gran Bretaña) en 2008. Según la investigadora Anya Hurlbert, los hombres prefieren los colores azules y las mujeres tienden a preferir los tonos rojizos.

En su estudio, voluntarios observaron mil pares de rectángulos coloreados en un computador y eligieron los que más les gustaban.

Después, Hurlbert y sus colegas colocaron los resultados en el espectro de los colores y hallaron que mientras los hombres prefieren el azul, las mujeres se inclinan por el rosado. "Especulamos que esta diferencia de género surgió por una especialización funcional en la división evolutiva del trabajo", dijo la investigadora en la revista Current Biology. "Hay razones biológicas para el gusto por las cosas rojizas", agregó, que tiene relación con las frutas maduras y las caras más saludables.

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