Premiada novela recrea atentado contra Reinhard Heydrich, jefe de la SS nazi
<P>En 1942 dos paracaidistas asesinaron al jefe de los servicios de seguridad de Hitler. Fue una operación clave y una misión suicida.</P>
Los héroes de esta novela saben que van a morir. Desde el instante en que saltan en paracaídas desde ese avión inglés que sobrevuela los alrededores de Praga, en plena Segunda Guerra Mundial, los sargentos Jan Kubiš (checo) y Jozef Gabcík (eslovaco) tienen claras dos cosas: que han llegado hasta allí para asesinar a un hombre y que el solo hecho de intentarlo los condenará a ellos también.
Pero no le temen a la muerte, más bien a la posibilidad de que algo falle. Que tanto entrenamiento para ultimar al "Carnicero de Praga" sea en vano. Que en el preciso momento de la emboscada Dios los abandone, las armas no disparen y las granadas no exploten.
Las posibilidades de que eso ocurra son altas, pues el blanco es nada menos que Reinhard Heydrich, el jefe de los servicios de seguridad del Tercer Reich, la mano derecha de Himmler y a quien se le ha encomendado dirigir e implementar el exterminio, calculan, de 11 millones de judíos. Es, en simple, la gran presa de la resistencia, de manera que asesinarlo demostrará al mundo libre lo que a fines de mayo de 1942 parece una quimera: que el enemigo no es invencible.
Esto es apenas una parte de HHhH, obra que reconstruye sucesos reales y con la que el francés Laurent Binet (1972) ganó el premio Goncourt 2010 a la primera novela. Más bien se diría que es un tercio del relato, el cual se complementa con una suerte de bitácora de escritura, diario de investigación y también con la puesta en relieve de ciertos aspectos históricos de la Segunda Guerra Mundial que parecían olvidados.
"Para que cualquier cosa pueda penetrar en la memoria, es preciso antes transformarla en literatura", anota, sin perder nunca de vista a la figura de Heydrich. "Es el prototipo del nazi perfecto: alto, rubio, cruel, totalmente obediente y de una eficacia letal. La ironía del destino quiere que tenga sangre judía, según Himmler. Pero la inequívoca violencia con la que combate y triunfa sobre esta parte corrompida de sí mismo demuestra, a los ojos de Hitler, la superioridad de la esencia aria sobre la judía. Y si Hitler cree que es verdad lo de su origen judío, no hay nada más sabroso para él que convertirlo en el ángel exterminador del pueblo de Israel confiándole la responsabilidad de la Solución Final".
HHhH (abreviatura de una frase habitual en las SS: "Himmlers Hirn heißt Heydrich", es decir, "el cerebro de Himmler se llama Heydrich") es el resultado de un proyecto ambicioso para sacar adelante una novela que, tanto como construir en detalle la "Operación Antropoide" para eliminar al líder nazi, profundiza en el sentido de la historiografía y sus cruces con la ficción, además del propio rol de investigador que le toca asumir a Binet y las consecuencias domésticas que le trajo el proyecto.
El autor se obsesiona con esta historia. Lo fascina y al mismo tiempo lo saca de quicio. Su mujer teme que debido a la cantidad de libros sobre el nazismo que tiene en su casa, él -que es hijo de padre comunista y madre judía- termine transformándose en uno más. Sin ir más lejos, una noche Binet sueña que es un soldado alemán haciendo guardia y de pronto se encuentra frente a frente con Heydrich que ha venido a hacer una inspección sorpresa.
"Devoro cuanto cae en mis manos en todas las lenguas posibles, voy a ver todas las películas que salen y mi tele queda bloqueada en el canal History que dan por el cable. Aprendo multitud de cosas, y aunque algunas no guardan más que una lejana relación con Heydrich, me digo que todo puede servir", anota. "La amplitud del saber que llego a acumular termina por asustarme. Escribo dos páginas cada mil que leo. A ese ritmo moriré sin haber evocado más que lo que serían los preparativos del atentado. Siento claramente que mi sed de documentación, sana en principio, se torna poco a poco perjudicial: en resumidas cuentas, se convierte en un pretexto para demorar el momento de la escritura".
Pero este trance, lejos de ser desventajoso, le proporciona libertad a Binet, pues hace y deshace el relato logrando un curioso efecto narrativo. Por ejemplo, a propósito de lo que ocurre tras la capitulación del presidente checo y a minutos de la ocupación alemana, escribe: "A las nueve, el primer carro de combate alemán penetra finalmente en la ciudad", y, sin embargo, en la página siguiente recula: "La verdad es que no sé si es un carro de combate lo primero que penetra en Praga. Las unidades más avanzadas parecían estar masivamente compuestas de motos con sidecar".
Binet tiene una prosa desenvuelta y segura. Prescinde por completo de la idealización de ciertos aspectos que en novelas de guerra suelen ensalzarse, como ver hazañas y valor donde no hay más que hombres desesperados, muertos de miedo.
HHhH es una novela que desafía al lector al proponerle una estructura en apariencia caótica, y si bien anuncia desde el comienzo cómo terminarán las cosas, sabemos que la mano de hierro de Heydrich se extenderá más allá de su muerte: al final habrá pueblos devastados por la SS y un centenar de prisioneros a quienes les inocularán toda clase de gérmenes infecciosos con una sola razón: saber qué causó la septicemia durante el procedimiento médico que recibió el jerarca luego del atentado. No deja de ser paradójico: a la gran bestia terminaron derrotándola los microbios.
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