Presidencialismo: el peor sistema
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ME CUENTO entre quienes sostienen que el sistema presidencial -comparado con el parlamentario o semipresidencial- es el peor. La diferencia esencial entre un sistema presidencial y uno parlamentario es que el primero es de división de poderes (el Ejecutivo y el Legislativo), y el segundo es de unidad de poderes (quien controla el Parlamento nombra el Ejecutivo).
A partir de esta diferencia se derivan los males del presidencialismo. El primero es que normalmente conduce al choque de dos legitimidades. La del presidente, que es elegido por la mayoría del pueblo (o por la primera minoría si no hay segunda vuelta, como Jorge Alessandri, con el 31%, o Salvador Allende, con el 36%), y la legitimidad del Parlamento, que muy frecuentemente es controlado por la oposición (por ejemplo, el Presidente Calderón, de México, fue elegido por el 36% de los electores, pero más del 60% votó por miembros del Congreso que eran de oposición). Obviamente, esto conduce a una crisis de legitimidad. ¿Quién representa la voluntad del pueblo? ¿El presidente? ¿El Congreso, cuya mayoría es adversa al presidente?
A este mal sigue otro peor. Puesto que un sistema donde el presidente choca con la mayoría del Congreso conduce a la parálisis, los sistemas presidenciales derivan en hiperpresidencialismo, esto es, entregan al jefe del Estado poderes que le permiten predominar sobre la mayoría del Parlamento: vetos que sólo se pueden superar con mayorías calificadas, iniciativa exclusiva de ley, el manejo de las urgencias en las cámaras, etc. Consecuencia inevitable es que el presidente trata de someter a la mayoría del Parlamento, doblegarla y gobernar -afirmado en el hiperpresidencialismo- con un respaldo minoritario. Del sistema político lo que el pueblo ve es la guerrilla interminable y sin fin entre el poder presidencial y el poder del Congreso. El presidente se atrinchera en un discurso "antiparlamentario" y el Congreso en el obstruccionismo y, carente de poder, termina siendo caja de resonancia de toda clase de denuncias. Un sistema en que el rasgo principal de su funcionamiento es el conflicto entre sus dos órganos políticos principales es una institucionalidad enferma, mal hecha y destinada a desgastarse con rapidez.
Por estas y otras razones, el sistema presidencial es una especie que, aunque tiene su paradigma en Estados Unidos, en general está concentrado en América Latina y en países africanos que salieron del colonialismo para que luego sus sistemas políticos se sumieran en la anarquía o la dictadura. En cambio, los parlamentarismos se ubican en toda Europa y en países como la India, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Israel y el Caribe anglófono. Los estudios que conozco e intentan comparar la eficacia del presidencialismo y el parlamentarismo afirman la clara superioridad de este último.
Las fallas del presidencialismo son enormes. Y es bueno que Chile intente un cambio de su forma de gobierno. Pero no se debe hacer a medias, pues un sistema construido a parches puede ser la peor de las formas de gobierno. Una descripción en profundidad de los componentes de la reforma que se plantea es urgente: sistema electoral, estructura de partidos, unicameralismo o bicameralismo son algunos de los muchos temas de esta discusión que se ha iniciado… ¡Gracias a Walker y Larraín!
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