Presupuestos y amarres
EN UNA nota publicada esta semana se informa que el equipo técnico del gobierno que asumirá en marzo próximo habría identificado varias trabas en los ministerios para cumplir con su programa electoral. Lo extraño es que se identifican como trabas, por ejemplo, que en el presupuesto para 2014 estén “inflados” los ingresos fiscales, que no haya recursos para un nuevo censo o se estén comprometiendo contratos que dejarían amarrados dineros para el futuro gobierno.
Lo que llama la atención de estas supuestas trabas es que la gran mayoría de ellas corresponde a definiciones que forman parte de la Ley de Presupuestos para 2014, la que fue aprobada en diciembre pasado, pero cuyo contenido puede ser objeto de cambios a través de leyes que sean propuestas por el futuro gobierno y sancionadas por el Congreso por simple mayoría. Por lo tanto, no cabe atribuir a ninguna parte del presupuesto, el carácter de amarre o traba, ya que la Nueva Mayoría logró en la última elección el control del Ejecutivo y también de ambas cámaras, lo que le permitirá llevar adelante sin mayores obstáculos las medidas presupuestarias y legislativas para poner en práctica su programa de gobierno.
Desde el punto de vista de la opinión pública y del buen funcionamiento de las instituciones, es sano que exista claridad respecto de quién depende que se adopten las decisiones. Eso no significa que quien tiene mayoría prescinda del necesario debate y búsqueda de consensos, pero asigna a quien corresponde la responsabilidad de las decisiones. Desde 1990, los diferentes gobiernos han atribuido, en muchas oportunidades a la falta de una mayoría suficiente en el Congreso, la imposibilidad de poner en práctica sus programas, argumento que no debería ser esgrimido por la coalición que llegará a La Moneda a partir de marzo próximo.
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