Proyecto busca llevar a Noruega barco de conquistador del Polo Sur varado en Canadá
<P>Maud, una de las naves de Roald Amundsen, está encallada en un pueblo esquimal en Canadá.</P>
"Sólo quedan 150 kilómetros para llegar. Si esto sigue así, no lo resistiremos", escribía en su bitácora Robert Scott. Estaba decidido a ser el primer hombre en pisar el Polo Sur.
"Sólo 70 kilómetros. ¡La meta está ante nosotros!", agregó días después. Cuando ya alcanzaba la meta, un miembro de su equipo distinguió un punto negro en la blanca inmensidad de la Antártica. Era una bandera noruega. Roald Amundsen se le adelantó por 15 días. "El sueño se ha derrumbado", volvió a apuntar. Scott junto a cinco hombre murió congelado en el viaje de regreso, mientras Amundsen se llenaba de gloria.
Catorce años después de la hazaña, Amundsen se embarcó en 1925 en otra aventura: sobrevolar el Polo Norte. Para ello, organizó una expedición junto al ingeniero aeronáutico italiano Umberto Nobile y su dirigible, el Norge, con el que se convirtieron en los primeros en ver desde el aire el punto más septentrional de la Tierra. Pero poco después se enfrascaron en una polémica acerca de a quién pertenecía el mérito de la hazaña, si a Nobile como piloto o a Amundsen como líder.
Enemistados, en 1928 Nobile organizó una nueva expedición, pero su nave capotó en el Artico. Dejando atrás sus rencillas, el noruego decidió salir al rescate de su viejo camarada. Sería su último viaje. Murió en el hidroavión con el que intentó el salvataje. A esa altura, ya era un héroe nacional para los noruegos.
No fue la única travesía que no alcanzó a completar. También intentó unir Asia y Europa a través del Ártico, en lo que se conoce como el Paso del Noreste. En su afán, construyó un barco en Asker, Noruega, el Maud, con el que zarpó en 1917. Sin embargo, no logró su propósito. Decepcionado, abandonó la nave en Alaska. Acechado por algunas deudas, la vendió a sus acreedores, quienes en 1925 la traspasaron a la compañía Bahía Hudson, que la rebautizó como Baymaud. Terminó sus días como un almacén flotante y una radio frente al pueblo de Cambridge Bay, en el ártico canadiense, donde encalló en 1930.
Ahora, 80 años después de su parcial hundimiento, Noruega quiere el barco de regreso y convertirlo en un museo. "Nuestro plan es llevarlo de vuelta en una barcaza. Son siete mil kilómetros desde el norte de Canadá hasta Noruega. Esperamos hacer la operación el próximo verano (agosto de 2012) y llegar a Noruega en la primavera (abril) de 2013", dice a La Tercera Jan Wanggaard, jefe del proyecto Maud Retorna a Casa, organizado por la compañía Tandberg Eiendoms.
Resistencia inuit
La idea fue aplaudida por los noruegos, pero muy resistida por los inuit locales, que ven en la embarcación una fuente de ingresos. Y buscarán apoyo en la Asociación de Kitikmeot Inuit, que defiende los intereses de su etnia. La agrupación ya discute cómo evitar el traslado.
Pero Wanggaard es optimista. "Estamos dialogando con la comunidad y las autoridades locales, así que esperamos que valoren la necesidad del pueblo noruego de ver esta nave de regreso, además de la seriedad de nuestro proyecto", dice.
Wanggaard espera que el museo esté finalizado en 2017, para los cien años de la construcción del barco, aunque antes debe esperar la aprobación del gobierno canadiense y, más difícil aún, la venia esquimal.
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