Pública o privada




LA REFORMA de la educación en Chile involucra definiciones sobre un amplio conjunto de temas.  Uno de ellos es el rol de  lo público y de lo privado en esta materia. En la actualidad, tal como lo ha sido históricamente, la oferta educacional es mixta.  No obstante, existe una confusión sobre el real significado de la educación pública, que está produciendo un indeseable sesgo estatista en la ingeniería del sistema.

En términos absolutamente generales, lo público es aquello que pertenece al ámbito de la sociedad toda.  La educación pública sería entonces aquella que abarca a todos los que la demanden y que  ofrece lo que la sociedad decida al respecto.  Por ejemplo, el filósofo político Michael Sandel en Qué Pasa (22.01.16) pide que las escuelas públicas gratuitas en Chile sean buenas y no lugares donde solo vayan los pobres, y Milton Friedman en Free to Choose (1980) aboga, a nivel general, por algo muy similar.

En efecto, una educación pública pre-escolar y escolar inclusiva, de calidad y gratuita, es necesaria para igualar oportunidades (incluyendo el acceso a la educación superior) y para que ella pueda contribuir al desarrollo del país.  En términos técnicos, es el tipo de educación que genera una externalidad positiva, que justifica su subsidio.  La educación superior, como norma, no produce una externalidad parecida, por lo que no merece gratuidad, sin perjuicio que deben arbitrarse medios de amplio acceso a ella.

Ahora bien, una cosa es la oferta general de educación pública y otra cosa muy distinta es que esa educación tenga que ser ofrecida por instituciones operadas por el sector público.  En otros ámbitos sabemos de la oferta privada de ciertos servicios públicos de salud, de las concesiones de carreteras, y de la producción de los pasaportes, entre otros muchos casos.

En Chile -y también en Suecia y otros países- la educación pública (gratuita) está siendo ofrecida con relativamente buenos resultados, tanto por instituciones del sector público como del privado, compitiendo entre ellas.  El que estas escuelas no obtengan en Chile los mismos resultados que las privadas pagadas se encuentra principalmente relacionado con el escaso financiamiento que reciben y por algunos defectos de regulación.  No hay en la literatura ambigüedad  al respecto: por sus incentivos implícitos, las instituciones privadas operando en mercados competitivos son más eficientes que las públicas.

En resumen, debemos distinguir entre la educación pública como concepto y las instituciones que -en base a programas educacionales oficiales- ofrecen directamente ese tipo de servicio.  Estas últimas pueden o no pertenecer al sector público. En Chile tanto  las escuelas privadas subvencionadas, como las municipales, pertenecen al ámbito de la educación pública, y la opción de entregar esta educación  por intermedio de  uno u otro tipo de institución es de naturaleza absolutamente pragmática. Parafraseando a Deng Xiaoping, no debiera importar qué tipo de institución ofrece la educación, siempre que lo haga bien.

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