Ranking de notas escolares en la selección universitaria
Hay un riesgo de que la medida profundice una situación de múltiples objetivos para el sistema universitario, que lleva a logros insuficientes y que urge corregir.
EL CONSEJO de Rectores de Universidades Chilenas decidió utilizar el ranking de notas escolares de los estudiantes para la admisión a las universidades del Cruch y a las privadas que se han sumado a su mecanismo de admisión. Esta variable restará importancia al puntaje obtenido en la Prueba de Selección Universitaria (PSU), atenuando así el efecto discriminatorio de ésta en contra de alumnos que han egresado de colegios de baja calidad.
Hay un riesgo de que la medida aprobada por el Cruch profundice una situación de múltiples objetivos para el sistema universitario, que conduce a logros insuficientes en cada uno de ellos, y que urge corregir. Por una parte, se espera de las universidades que impartan formación profesional en un nivel de excelencia. Al mismo tiempo, se valora que contribuyan a la movilidad social, impartiendo formación a alumnos que provienen de ambientes sujetos a mayores carencias. Siendo indispensable que alumnos con mala educación básica y media tengan fuerte apoyo para compensar deficiencias y poder seguir desarrollando su capital intelectual, el procurar que esto ocurra acomodando los requisitos de admisión conduce a una profusión de programas universitarios sin exigencias, de poco valor para los alumnos que se quiere beneficiar.
Salvo para una elite de universidades que preservan su calidad, el resultado es una actividad universitaria deficiente y altas tasas de deserción, porque los alumnos no logran el desempeño adecuado, o por frustración si el programa no otorga habilidades profesionales. Esta situación podría agravarse si las universidades que ya tienen bajos estándares de admisión se ven incentivadas a acortar las carreras y enfrentadas a aranceles de referencia que estimulen a profundizar esta visión errónea. La formación universitaria masiva, capaz de lograr todo en forma simultánea, sin costos en calidad de la enseñanza, incluso con carreras más cortas, es una ilusión costosa para los jóvenes y para el país.
En Chile se valoran más los estudios universitarios, en desmedro de una preocupación por la formación técnica, lo que se refleja en distorsiones en la asignación de financiamiento estatal. Se debería aspirar a calidad en la formación universitaria y en la formación técnica, lo que supone adecuar mecanismos de financiamiento al logro de ese objetivo. Mientras se logran mejorías en la educación básica y media, se deberían desarrollar programas ad hoc para compensar la mala formación escolar, que permitieran a los alumnos incorporarse en condiciones competitivas a programas universitarios de calidad, o a programas de formación técnica de real utilidad.
Se indica que la PSU no está cumpliendo bien su objetivo, y que el ranking de notas en enseñanza media, en cuanto denota capacidad académica, va a mejorar la detección de estudiantes con buen potencial académico. Aun si ello fuese válido (lo que llama a mejorar la PSU), no parece posible adecuar la formación universitaria para acoger con éxito a estudiantes con mala formación escolar sin pagar un costo significativo en calidad académica, salvo que pueda considerarse que una buena educación escolar es prescindible. La forma seria de corregir las deficiencias educacionales en la etapa escolar es mejorando su calidad; mientras ello se logra, debe haber programas para nivelar conocimientos, antes del ingreso a la etapa universitaria o técnica.
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