Raúl Ruiz, 113 películas y una sola muerte
<P>El autor de <I>Palomita blanca </I>y <I>El tiempo recobrado</I> falleció ayer a los 70 años, en París, tras complicaciones de un cáncer.</P>
Raúl Ruiz hizo 113 películas en 48 años. De éstas, 111 las rodó en perfectas condiciones; la penúltima, gravemente enfermo, y la última, aprovechando una mejoría leve antes de empeorar fatalmente. Era un adicto al trabajo, que se inspiraba cada día y que no descansaba entre rodaje y rodaje. Cineasta de gustos omnívoros, Raúl Ruiz consumía todo tipo de libros, desde la psicología hasta las matemáticas. Justamente, su último filme fue La noche de enfrente, un trabajo que lo devolvió a Chile, cerrando con geométrica claridad su carrera, como un círculo perfecto. La cinta está aún por estrenarse, y poco antes de internarse en un centro hospitalario parisino, Raúl Ruiz le dio la puntada final en la sala de montaje. Una semana y media después, murió en el Hospital Saint Antoine de París.
Su deceso se produjo ayer, a las 10.28 de la mañana. El autor de Palomita blanca (1973) había cumplido 70 años recién el 25 de julio, y según anunció su productor francés François Margolin, sufrió una infección pulmonar de última hora, que derivó en su muerte. Su ingreso al recinto se debió, sin embargo, a la ramificación en el esófago de un cáncer hepático, que en marzo del 2010 le significó un trasplante de hígado. Según su productor chileno Christian Aspée, quien lo acompañó hasta el final y trabajó con él en la edición de La noche de enfrente, Ruiz se encontraba debilitado también por los medicamentos que debía tomar tras el trasplante.
"Antes de irse al hospital quiso dejar todo listo. Sólo quedan cosas menores que retocar en la película. Sé que él se mantuvo consciente hasta el final en el hospital", explica Aspée. Este domingo 21 se hará un responso en la iglesia de Saint Paul de París, sus restos llegarán a Chile este martes 23 y el miércoles 24 se realizarían sus funerales en el cementerio Parque del Recuerdo, donde está sepultada su madre. Para el día martes está programado un duelo oficial.
"Raúl Ruiz estaba muy contento con La noche de enfrente, porque en general sentía que sus últimos trabajos en Chile fueron los que le dieron la mayor libertad", dice Aspée. La película se basa en relatos del escritor chileno Hernán del Solar y fue protagonizada por Sergio Hernández, Christian Vadim y Valentina Rodríguez. Volver a dirigir a Hernández, que estuvo en filmes tan emblemáticos como Diálogos de exiliados (1974), también fue para Ruiz un singular retorno a una vieja época de su carrera. La cinta sigue la historia de un oficinista jubilado que vive en una pensión en los años 50. Al mismo tiempo y en un giro claramente "ruiziano", se introduce la figura del escritor Jean Giono (ver pág. 80).
Entrevistado hace tres semanas por La Tercera con motivo de su cumpleaños, Ruiz ya consideraba que la posibilidad de realizar su siguiente proyecto, As linhas de Torres, era bastante improbable, aunque abrigaba cierta esperanza de que La noche de enfrente y la anterior Misterios de Lisboa se estrenaran en el país antes de fin de año.
"Pero es difícil. ¿Qué sala va a estar dispuesta en Chile a exhibir una película de cuatro horas y media como Misterios de Lisboa? También me interesaría que se diera allá la serie que hice sobre el mismo material, pero con la competencia que hay de los programas estadounidenses en la TV es poco probable", sostenía Ruiz en aquella oportunidad.
Hasta ahora, el plan es exhibir La noche de enfrente antes de fin de año en Chile. Acerca de As linhas de Torres, un proyecto que iba a contar la historia de la derrota de las tropas napoleónicas en Portugal, su productor, Paulo Branco, afirmó ayer que se va a encargar de que vea la luz de cualquier forma. El portugués Branco, que produjo la muy elogiada Misterios de Lisboa, recordó que el director chileno dejó "todas las indicaciones" para llevarla hasta el fin. "El se sentía portugués de alma", dijo Branco, que ahora deberá buscar otro director para el proyecto.
Duante toda su vida, Raúl Ruiz se enfrentó contra el relato clásico del cine estadounidense, buscando desarmar la prosa tradicional de éste con su estilo metafórico. "Hizo un aporte fundamental al cine al establecer una escritura barroca y laberíntica, inspirada en el Siglo de Oro español, pero también cercana a Borges. Y esas inquietudes ya estaban en su primera película: Tres tristes tigres. Aquella mirada oblicua sobre la realidad está ahí", reflexiona René Naranjo, crítico muy cercano a Ruiz y quien prepara un volumen sobre él.
El libro más conocido del realizador tiene sintomáticamente el título de Poética del cine y en él desenfunda sus armas contra la llamada teoría del conflicto central del cine norteamericano: comienzo, desarrollo y desenlace. De cierta forma, se puede decir que sus películas nunca terminan y que forman una sola gran cinta. "Pensaba que sus películas escondían un secreto para la próxima que venía, las veía como una sola pieza", dice el crítico y periodista Ascanio Cavallo, quien supervisó la edición del libro El cine de Raúl Ruiz en el sello Uqbar. "Para mí es, junto a Pablo Neruda y Roberto Matta, una de las tres figuras más influyentes de la cultura chilena. Un tipo que, como Orson Welles, nunca supo estar sin hacer una película. Claro que a diferencia de Welles, sí sabía terminarlas", agrega Cavallo.
Presente en 16 versiones del Festival de Cannes y miembro del jurado de este encuentro en el año 2002, Ruiz ya despertó el interés de los intelectuales franceses a fines de los 60, cuando ganó el Festival de Locarno 1969 con Tres tristes tigres. Por esos años, la revista Positif le dedicó grandes reseñas y entrevistas, y en 1983 la prestigiosa Cahiers du Cinéma desplegó un número especial para él. "Estuve con él en esa época y decía, con sorna, que ahora sí que había llegado al 'tout Paris', a la 'creme de la creme'. Y agregaba que ese mundo influyente y privilegiado eran apenas 200 personas. Nunca se compró el cuento del éxito y los laureles", añade Cavallo.
Ruiz, que creció viendo cine norteamericano B en Puerto Montt y luego siguió con el cine experimental francés en los 60, jamás dejó de estar con un pie en Chile. Sus antepasados chilotes le penaban, y cuando pudo hacer televisión acá, retornó con series que bebían de la leyenda y los relatos tradicionales, como La recta provincia o Litoral.
Su pareja de toda la vida, la también realizadora Valeria Sarmiento, se encargó de montar la mayoría de sus películas. Desde los años 90 trabajó con algunas de las más grandes estrellas del cine europeo, incluyendo a Catherine Deneuve (Genealogías de un crimen), Marcello Mastroianni (Tres vidas y una sola muerte) o John Malkovich (El tiempo recobrado). Al respecto, una oportunidad para ver 10 de sus películas en forma gratuita se dará otra vez hasta este domingo en el Centro La Moneda (Ccplm.cl).
Intelectual de apetito insaciable, Ruiz se emborrachaba de vez en cuando con los cuentos populares y los estudios científicos. Hasta el final, ya en el hospital, leía dos libros al mismo tiempo: Fiabe italiane, del autor italiano Italo Calvino, y Quantum enigma, del científico Bruce Rosenblum. El primero es una recopilación de relatos populares y el segundo, un volumen de física cuántica. ¿Qué película podría haber salido de ahí?
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.