Recuperan Eloy, la película sobre el legendario bandolero chileno
<P>El actor Mario Lorca mantenía una copia de este largometraje que forma parte de la lista de 21 cintas buscadas por la Cineteca de la Universidad de Chile. Su director, el argentino Humberto Ríos, se refiere a esta obra que se basó en la novela de Carlos Droguett y que participó en el Festival de Berlín de 1970.</P>
El año 1969 fue una bocanada de aire fresco para el cine chileno. No sólo se exhibieron El chacal de Nahueltoro, Tres tristes tigres y Valparaíso mi amor en el Festival de Cine de Viña del Mar, sino que además se estrenó una rareza hasta ahora inencontrable en el país: Eloy, película del argentino Humberto Ríos basada en el relato homónimo de Carlos Droguett publicado en 1960. La cinta, de "factura argentina, pero sentimiento chileno", según su director, había permanecido lejos del dominio de profesionales y restauradores, y se incluyó en el reciente llamado de la Cineteca de la Universidad de Chile para recuperar 21 obras perdidas del cine local.
Pasaron sólo dos semanas desde la publicación de un artículo en La Tercera, para que los teléfonos del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, que alberga a la Cineteca, recibieran el llamado de Mario Lorca, actor de la película y dueño de una copia en DVD. "A mí me la trajo una amiga que vive en Buenos Aires. Se trata, a su vez, de una grabación hecha en la televisión argentina. Es lo único que al parecer va quedando de la película", explica el actor, miembro del antiguo Teatro Experimental de la Universidad de Chile.
En la película de Ríos, filmada en 1968, Mario Lorca interpreta a Miranda, uno de los secuaces de Eloy, bandido que tal como en la narración original de Carlos Droguett recuerda su vida a modo de flashback, mientras espera en la noche la llegada de sus verdugos. Al igual que gran parte del viejo cine chileno, Eloy tuvo posproducción y copias en los laboratorios Alex, de Buenos Aires, que en enero de 1969 se incendiaron.
"Ahí perecieron muchos negativos de cintas de Chile y Argentina. Sin embargo, hubo una copia de Eloy que se mandó al Festival de Cine de Berlín. Ese ejemplar fue devuelto posteriormente al Instituto del Cine Argentino, pero yo no participé en esas negociaciones. Tengo la esperanza de que entre las 60 mil películas que el Instituto posee de los laboratorios Alex (y que no sabemos cómo están tras el incendio) se encuentre la copia alemana. Tal vez sobrevivió al incendio y posterior abandono del recinto", explica el director Humberto Ríos desde Buenos Aires.
Hija de su época
Ríos (que ya tiene 80 años y tuvo una carrera de documentalista que lo llevó a trabajar en México y Bolivia) fue un destacado representante de un tipo de cine social que en los 60 brilló en Argentina con títulos como La hora de los hornos y en Chile con El chacal de Nahueltoro; o los trabajos de no ficción de Sergio Bravo y Pedro Chaskel. Pero en su caso también primó la influencia de Luis Buñuel, que él reivindica en el carácter "surrealista de varias escenas de Eloy, con alto contraste, filmadas de noche y con mucha fantasía".
"Mi esposa era chilena y trabajaba en Concepción. Así es que yo estaba unos días en Chile y compré el libro de Droguett en una librería de calle Huérfanos. Poco tiempo después, por pura coincidencia, el director y guionista argentino José Martínez Suárez (actual presidente del Festival de Cine de Mar del Plata) me regaló otro ejemplar del libro y me propuso producir la película. Eloy me pareció increíble, muy interesante, pero dificilísima de adaptar al cine, sobre todo porque era subjetiva, narrada desde la conciencia del protagonista", cuenta.
Droguett, malas pulgas
La historia de Droguett se basa a su vez en el caso de Eleodoro Hernández Astudillo, alias "Ñato Eloy", popular bandido que acumuló 21 asesinatos y varias estadías en la cárcel antes de morir a manos de la policía en 1941. Hasta ahora Eloy sigue siendo la narración más popular de Droguett, un autor que ha sido revalorizado en los últimos 15 años.
Según Ríos, fue definitivamente el contexto social en que se inscribe el relato lo que gatilló la intención del rodaje. "En esos años existía una idea instalada de lo que debía ser el cine latinoamericano. Esta idea de que el continente se enfrentaba a una justicia ignorante y ambigua coincidía muy bien con la del bandido chileno rebelde y que es acosado por sus captores", dice el realizador, quien tuvo una relación de más a menos con el autor Carlos Droguett.
Hombre de personalidad fuerte, Droguett (1912-1996) solía decir todo lo que pensaba, con ácidas opiniones sobre la escena literaria chilena. Cuando le llegó la hora de trabajar para una película, se empeñó en imponer su voluntad con un celo profesional difícil de vencer. "Con Droguett trabajamos muchísimo y al principio éramos muy amigos. Pero él tenía una fantasía de cómo tenía que ser la película que no encajaba en lo que yo quería hacer. Tuve que sacar muchísimo del escrito original, porque lo que para él era maravilloso en el papel a veces no funcionaba en imágenes. Muchos de los diálogos tenían que ser cercanos a la realidad y no fantasía. Al final hubo bastante pelea y se impuso nuestro criterio. Hicimos la película que yo y el productor queríamos", explica el realizador. "Aun así, Droguett aparece en una escena donde el bandido (a cargo del actor argentino Raúl Parini) se ve muerto a sí mismo en una iglesia. Y Droguett está en medio de un grupo de gente en la parroquia. Sin embargo, la relación entre ambos quedó dañada tras el estreno", agrega Ríos.
El actor Mario Lorca (uno de los varios chilenos de la producción, junto a María Eugenia Cavieres, Tennyson Ferrada y Héctor Duvauchelle) también recuerda el carácter de Droguett. "Sé que el hombre tenía malas pulgas y que Humberto Ríos tuvo que pelear bastante al escribir el guión. El rodaje anduvo bien en general, aunque para mí significó tenerle miedo a los caballos por el resto de mi vida. Sucede que me asignaron uno de polo, que son bastante sensibles a cualquier cosa. En una de las tomas, el animal se paró en dos patas y luego nos fuimos los dos al suelo. Tuve suerte de caer al lado y no abajo del caballo", recuerda Lorca.
Rodada principalmente en el Cajón del Maipo, Valparaíso y Viña del Mar, la película incluyó varias escenas de noche, bajo condiciones duras. "Tuvimos que filmar un tiroteo a las cuatro de la mañana y se supone que varios actores se lanzaban al río. Yo quería hacer muchas tomas para poder elegir, pero me tuve que conformar con una sola: el río estaba casi congelado y nadie se iba a estar tirando repetidas veces al agua con hielo", cuenta.
A pesar del prestigio de su fuente literaria y de haber ido al Festival de Berlín, Eloy nunca logró la popularidad de obras contemporáneas. "Las críticas no fueron malas. Incluso en Argentina hubo dos señores de diarios que decían 'corran a verla'. Pero, claro, en cierto sentido Eloy fue un experimento, con mi búsqueda algo surrealista", cuenta el director sobre la cinta que tuvo música de Angel Parra.
Y remata: "Aún somos grandes amigos. El era muy joven y terminó de componer las canciones en el living de mi casa en Buenos Aires".
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