Régimen chino celebra el Premio Nobel de Literatura para Mo Yan
<P>Hijo de la Revolución Cultural, el autor de 57 años fue premiado por su "realismo alucinatorio". </P>
Silencio, le pidió su padre. Corrían los 60, y China cerraba sus puertas al mundo embarcada en la Revolución Cultural de Mao Tse Tung. En el pueblo de Gaomi, el pequeño Guan Moye hablaba demasiado. Podía traerle problemas a la familia con el partido. Su padre le ordenó que se callara. Que fuera mudo. Hizo caso. Veinte años después, recordando esa época, debutó como escritor con el seudónimo de Mo Yan, que puede traducirse como "no hables". Se oye como una desafiante toma de postura ante la censura del régimen chino, pero el autor de Sorgo rojo ha calculado tan bien el volumen y la intensidad de sus críticas políticas, que ayer la celebración no sólo fue suya: Mo Yan recibió el Premio Nobel de Literatura, entregándole por primera vez en toda regla el preciado trofeo occidental a China.
Formado en el Ejército Popular Chino y actual vicepresidente de la Asociación de Escritores de su país, Yan, de 57 años, es conocido en Occidente por la adaptación al cine de Sorgo rojo, pero ha sido leído en círculos reducidos. En Chile no está ninguno de sus libros. Y, en realidad, es el segundo escritor chino en recibir el Nobel. El primero tiene un problema: Gao Xingjian (72), premiado en 2000, desde hace 25 años es ciudadano francés y ayer fue omitido por los medios chinos: la televisión estatal de China interrumpió sus programaciones para anunciar el Nobel del "primer ciudadano chino".
La Academia Sueca negó cualquier consideración política en su decisión. Se ajustó a hablar de literatura: Mo Yan, sostuvo el fallo, fue galardonado por su capacidad de unir "leyendas populares, la historia y lo contemporáneo" con un "realismo alucinatorio". Con ecos de la complejidad de Faulkner y García Márquez, se añadió en Estocolmo, el novelista es uno de los principales narradores chinos de hoy: sus libros, retratos de la agitada historia cultural de China del siglo XX, han vendido más de dos millones de ejemplares. Sin contar miles de copias piratas.
Aunque El Diario del Pueblo, del Partido Comunista Chino, dio las "felicitaciones" a Yan en su página web, no todos están contentos. Pese a que su obra ha sido censurada, el papel público del novelista tiene zonas oscuras que la disidencia al régimen no le perdona. El escritor exiliado Yu Jie dijo que Yan era un "escriba del Partido Comunista", mientras que el artista Ai Weiwei criticó la "insensibilidad" de los suecos: "Es intolerable, es un autor corrompido por el gobierno", señaló.
En Gaomi, su pueblo natal y donde está con su padre, Yan dijo sentirse "aterrado y feliz" por el Nobel. "Ganar no representa nada", añadió, e hizo frente a la controversia política: "Por fin he tenido la oportunidad de ser objeto de un caótico debate público. Todo esto me ha brindado una excelente oportunidad de conocerme mejor a mí mismo".
Censurado y premiado
"Mis recuerdos están repletos de soledad y hambre", dijo en 2008 Yan, aludiendo a su infancia en los 60. Hijo de agricultores, antes de los 10 años dejó el colegio. A los 20 entró al Ejército, buscando una "buena vida". Luego avanzó equilibrándose entre la oficialidad y la disidencia. Influenciado por García Márquez, en 1981 publicó su primera novela, Lluvia en una noche de primavera. Tras una serie de cuentos, en 1987 alcanzó la consagración con Sorgo rojo, novela que a través de una familia relata los principales hechos del siglo XX de China: la guerra contra Japón, el alzamiento de Mao y la Revolución Cultural.
Yan publicaría Las baladas del ajo (1988), La república del vino (1992) y, entre otras, Grandes pechos amplias caderas (1995), su mayor obra y la más controvertida: historia del cuerpo femenino, crítica del machismo y la corrupción del régimen, fue censurada por el partido y Yan fue obligado a retractarse del libro. En adelante, sin embargo, recibió todos los premios literarios de China, llegando a convertirse en vicepresidente de la Asociación de Escritores. Con ese cargo, asistió a la Feria del Libro Frankfurt 2009, donde evitó reunirse con intelectuales disidentes de China. Luego volvió a girar: en 2011 publicó Ranas, una confesa crítica contra la política del hijo único de su país.
Fue en Frankfurt donde Yan explicitó su ruta política. Se abanderó con la literatura: "Un escritor debe expresar críticas e indignación contra el lado oscuro de la sociedad y la fealdad de la naturaleza humana, pero no debemos hacerlo de una sola forma. Algunos quieren gritarlo en las calles, pero también debemos tolerar a quienes se esconden en sus piezas y usan la literatura como la voz de sus opiniones".
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