Reincidencia

<br>




Señor director:

Es de esperar que los últimos indicadores sobre los altos niveles de reincidencia, tanto en adultos como menores, no nos lleven como opinión pública a establecer la conclusión más obvia: atribuirla a la falta de efecto disuasivo de las penas, derivada de su escasa cuantía; en otras palabras, caer en la tentación de pensar que las penas son bajas y, por ende, nadie las respeta, y en la evaluación costo vs. beneficio de delinquir o abstenerse, el individuo va a optar por lo primero.

De seguirse esta opinión, del clamor popular por endurecimiento del régimen de sanciones a su consagración legal estamos a un paso, no siendo raro que nos enfrentemos en el corto plazo a una nueva "agenda corta" que peligrosamente privilegie la seguridad ciudadana antes que los derechos de las personas.

Es por eso que una "agenda larga" se vuelve indispensable, con un análisis exhaustivo de las causas de la reincidencia y la consiguiente evaluación de las políticas públicas al respecto, para establecer si el reincidente cae en ese estado fruto de una ponderación fría y calculada de los beneficios de serle fiel a la sociedad o si, por el contrario, es aquella la que se ha encargado de seleccionar quienes la confrontaran periódicamente no otorgándoles oportunidades de decidir. La reflexión anterior urge a propósito de los menores infractores en quienes la preocupación social se ha centrado más en sus  pocos felices apodos, que en evitar una nueva orden de detención.

Félix Arto Castillo Prof. de Derecho Procesal Penal
Facultad de Derecho UC

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.