Rescatan los manifiestos vanguardistas de Huidobro

<P>"No seré tu esclavo madre Natura; seré tu amo", decía Vicente Huidobro en 1914, cuando echa a andar el Creacionismo. Mientras se relacionaba con los surrealistas y dadaístas en París, el poeta escribió varios textos donde fija su estética. El libro <I>Manifiestos</I> recoge esos escritos. Se lanza en la Feria del Libro de Santiago.</P>




"Debía ser el mejor poeta chileno, ser el mejor poeta de la lengua, el mejor poeta de mi tiempo", anotó un afiebrado Vicente Huidobro en un ensayo de Pasando y pasando (1914). No sólo iba a escribir la más rupturista poesía posible para lograr su objetivo; también iba a mentir. Cuando publicó El espejo de agua, le hizo una petición a su editor: fechar la primera tirada en 1916, dos años antes del que estaban. Era su manera de fijarse en el tiempo como el autor del Creacionismo, anticipándose a Pierre Reverdy.

Quizá Huidobro no necesitaba trucos. En 1914, con 21 años, dio una conferencia en el Ateneo de Santiago en la que volvió la espalda a la Naturaleza: "No he de ser tu esclavo, madre Natura; seré tu amo. Una nueva era comienza. Yo tendré mis árboles que no serán como los tuyos, tendré mis montañas, tendré mis ríos y mis mares, tendré mi cielo y mis estrellas", dijo leyendo su fundacional manifiesto Non serviam.

El mandato a crear algo nuevo en la poesía será incluido en Manifiestos, libro que recogerá los textos en que el autor de Altazor fue fijando la estética que lo llevó a situarse de igual a igual entre las vanguardias francesas. El volumen, que se lanzará en la Feria del Libro de Santiago, reproduce fielmente el libro Manifestes, que Huidobro publicó en Francia en 1925.

Inventad

"El reinado de la literatura terminó", anotaba en 1912 Huidobro en su manifiesto El creacionismo. Impulsado por una energía avasalladora y dominado por el espíritu de la época, el escritor quería algo nuevo: "El siglo XX verá nacer el reinado de la poesía en el verdadero sentido de la palabra, es decir, en el de creación", decía.

Con la experiencia de editar la revista Azul junto a Pablo de Rokha, Huidobro viaja a Europa en 1916. La Primera Guerra Mundial está en desarrollo y el poeta logra entrar a los círculos de la vanguardia. Colabora en la revista Nord-Sud, ligándose a Apollinaire, Tristan Tzara, Jean Cocteau y André Breton. Paralelamente, hace amistad con Pablo Picasso, Juan Gris, Joan Miró y Max Ernst. Su amistad con los surrealistas, sin embargo, no cambia sus ideas: "No niego la existencia de los actos automáticos, pero ellos son precisamente los actos habituales, es decir, los más vulgares", escribió aludiendo a la estética liderada por Breton en Manifiestos de manifiestos. "Un poema sólo es tal cuando existe en él lo inhabitual", agregaba.

En 1918, publica cuatro libros que lo ponen en la avanzada de la poesía en español: Tour Eiffel, Halliali, Ecuatorial y Poemas árticos. Ahí están sus planteamientos estéticos: "Haced poesía, pero no alrededor de las cosas. Inventadla. El poeta no debe ser más instrumento de la naturaleza, sino que ha de hacer de la naturaleza su instrumento. Es toda la diferencia que hay con las viejas escuelas", escribe.

De vuelta a Chile en los 30, lanza la obra que resumirá todo su ideario, Altazor o El viaje en paracaídas. Luego seguirá publicando, peleando con Pablo Neruda, agitando la escena política, hasta que en 1948 muere en Cartagena. Aunque en parte, quizá siga vivo: "La vida de un poema depende de la duración de su carga eléctrica. Me pregunto si los habrá eternos", escribió.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.