Retrato: de Chillán a Las Cruces después de vivir un siglo
<P> Un perfil biográfico aborda su infancia en el sur, la relación con sus hermanos, hijos, mujeres y su presente en el litoral central. </P>
La última vez que Nicanor Parra viajó a Santiago fue hace un año. De su casa en Las Cruces llegó directo a la Clínica Las Condes. El cáncer prostático que ha mantenido a raya por medio siglo, incluidas varias operaciones, empeoró. Pero el poeta ya no confía en la medicina tradicional. A los médicos los llama "matasanos". Su hija Colombina lo trajo a la capital, pero Parra quería volver a su casa y le advirtió al doctor acercándose a una ventana del sexto piso: "¿No quiere darme el alta? Entonces me tiro". Y agregó: "Usted será el responsable de la muerte de Nicanor Parra. La mafia médica, conmigo, no".
La historia la cuentan las periodistas Sabine Drysdale y Marcela Escobar en el libro Nicanor Parra, la vida de un poeta, que acaba de publicar Ediciones B. Durante un año visitaron al autor de La cueca larga y en junio pasado le hicieron la última visita. Le llevaron las maquetas del libro. "¡Acaso no va a llevar fotos!", les dijo Parra como un gesto de confianza.
Pero el libro no es complaciente ni menos un homenaje. Hay aspectos que no se habían desarrollado con detalles del mayor de nueve hermanos nacido en San Fabián de Alico, en 1914.
Por ejemplo, la relación con sus mujeres, hijos, con sus hermanos menos conocidos, Lautaro y Oscar. Este último, el menor, que junto a él son los únicos que quedan vivos. Sus difíciles días de escolar, cuando llegó a estudiar a Chillán. Alojaba en la casa del dueño de una carnicería, donde le daban techo y comida a cambio de ayudar a reforzar materias como aritmética y botánica a los hijos del comerciante.
Parra tiene seis hijos. Tres con su primera mujer, Ana Troncoso. La artista Catalina, que vive en Nueva York; Francisca y Alberto "Payuyo", que vive en Noruega. Luego con Rosa Muñoz tuvo a Ricardo "Chamaco". Siempre eran mujeres más jóvenes que él.
Nury Tuca tenía 30 años cuando conoció a Parra, de 60. Tuca, quien murió el miércoles pasado, era la mamá de Colombina y Juan de Dios, sus hijos menores. "Fue una de las mujeres más misteriosas de Parra", dicen Escobar y Drysdale. Más tarde, a fines de los 70, llegaría a su vida Ana María Molinare, quien inspiró el poema El hombre imaginario.
Una relación tormentosa que aborda el libro es con la autora sueca Sun Axelsson. Ya antes había estado casado con otra sueca, Igna Palmen, a inicios de los 50. A fines de esa década conoce a Axelsson, quien acusó al poeta de maltratarla físicamente y es señalada como la responsable de una campaña en su contra en Suecia, para evitar que le concedan el Nobel. "Aún hay muchas puertas que abrir sobre la vida de Parra", dicen las autoras.
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