Reviviendo el gusto por tocar acordeón entre los santiaguinos

<P>Ignacio Hernández es de los pocos que enseñan a tocar acordeón en la capital. Sus alumnos llegaron el verano pasado, a una casa de adobe en San Bernardo, y ya son 70.</P>




Después de que lo premiaran en Brasil como el Mejor Acordeonista de América Latina en 2005, Ignacio volvió con 27 años y las ganas de enseñar a tocar este instrumento, que era común escucharlo en plena década del 30 en Santiago y de la mano de músicos como Porfirio Díaz, Luigi Malerva y Yasha Friedman en los desaparecidos hoteles Crillón y Carrera a la concurrida hora del aperitivo. Pero estaba lejos de ser una afición masiva.

El verano de este año, Ignacio Hernández (32) empezó dando clases a 15 niños del liceo de San Bernardo en la calle Arturo Prat, a dos cuadras de su casa, y no sabe cómo ni cuándo esos 15 alumnos se transformaron en 70. Venían de distintos lados de Santiago, dateados por el boca a boca y por información que encontraban en foros de internet y su página web.

A muchos no les importa viajar desde Vitacura, Huechuraba, Providencia o Pudahuel hasta la casa de adobe de San Bernardo. Los alumnos -cuyas edades fluctúan entre los 11 y los 90 años- sólo buscan aprender.

A mitad de año, este músico se dio cuenta de que la casa de San Bernardo le había quedado chica y eso lo llevó no sólo a comprar una nueva cerca de la Estación Los Héroes, sino que también a concretar su sueño de crear el Primer Conservatorio Nacional de Acordeón, que estará listo en marzo del próximo año. Será la primera iniciativa en su especie.

Su elección

Estando aún en el colegio, Ignacio estudió en la Escuela Moderna de Música de Santiago y luego siguió perfeccionándose con prestigiosas figuras del acordeón en París y Sao Paulo. Durante los últimos 10 años se ha presentado en numerosos festivales y concursos a lo largo de Chile, Latinoamérica y Europa. Además de presidente y fundador del Club de Acordeonistas de Chile, hoy está a cargo de la cátedra de acordeón en la Facultad de Artes de la U. de Chile.

Tal como el compositor francés Yann Tiersen logró devolverle al acordeón su figuración y reputación gracias al éxito de películas como Amélie y Good bye Lenin -dos de sus bandas sonoras más conocidas-, Ignacio persigue la reivindicación definitiva del instrumento en Santiago. "La idea de fundar el primer conservatorio,es que exista un espacio en que la gente pueda estudiar formalmente este instrumento y, al mismo tiempo, encuentre también un servicio técnico especializado, una tienda (ya bautizada como Mundo Acordeón), sala de conciertos y una cafetería o restaurante". Todo en un mismo lugar.

Próximo a grabar su segundo álbum solista, iniciar una gira de conciertos por el país y representar a Chile en el Concurso Internacional de Acordeón Città di Castelfidardo 2011 en Italia, Hernández les pide seguir una rigurosa rutina a sus alumnos, sobre todo, la que tiene que ver con cumplir horarios. De lo contrario, simplemente no se logra hacer estos tres movimientos simultáneos que se necesitan para sacarle sonidos al acordeón.

El gerente comercial de la minera Somacor, Juan Letelier (33 ), es una de las 70 personas que se trasladan semanalmente a San Bernardo. "Yo viví en Puerto Natales, zona colonizada por europeos que introdujeron el instrumento y que hoy forma parte del chamané, como se conoce el folclor local. Pese a ser un instrumento romántico y completo, en Santiago cuesta mucho encontrar lugares como éste, con cursos de esta categoría", explica.

El gerente y subdirector del Colegio La Girouette, Félix A. Giroux (54), tarda 40 minutos desde Las Condes hasta la escuela de Hernández, pero lo hace porque considera que es el único en la capital. Atraído por la cultura francesa, logró tocar el instrumento por oído. "Hace poco, vi en internet que existía esta escuela y me inscribí para aprender teoría musical".

Al joven profesor esto le llena completamente. En su nueva casa de intrucción seguirá haciendo clases individuales, y repitiendo la rutina de impartir las grupales sólo los días sábados. Pretende duplicar la cantidad de alumnos y para cuando suceda ya contará con asistentes.

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