Ricardo Yrarrázaval: "Me hizo falta tener compañeros de pintura"
<P>Solitario y de pocas palabras, el pintor recibió ayer el premio a la trayectoria de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.</P>
Reservado con las palabras, pero generoso con el pincel. La vida y obra de Ricardo Yrarrázaval (79) ha estado marcada por el aislamiento. Más que una parada artística, lo suyo es temperamento. "Desde niño soy poco sociable y con los años me he puesto peor. Me gusta encerrarme en mi taller, la mayoría de los días pinto y otras veces me gusta leer, aquí, solo", dice el pintor en su casa de Pedro de Valdivia.
A pesar del encierro, la figura de Yrarrázaval ha trascendido en la escena del arte local. Lo ha nominado innumerables veces al Premio Nacional de Arte y artistas como Gonzalo Cienfuegos reconocen estar influenciados por su obra. "Tiene una transparencia maravillosa. No es egocéntrico, no le interesan las peleas entre artistas ni los movimientos, lo suyo es el trabajo paciente, del día a día", dice su amigo, el artista Gaspar Galaz.
Con más de 50 años de carrera, el pintor recibió ayer el premio a la trayectoria, que otorga la Asociación Internacional de Críticos de Arte (Aica), fundada en Francia en 1950, con apoyo de la Unesco. La ceremonia fue en la sede de Santiago de la Universidad de Talca, donde se inauguró una pequeña retrospectiva del pintor, que permanecera hasta el 30 de noviembre. "Me gustan las retrospectivas, volver a reflexionar sobre el camino recorrido y en cómo seguir creando", comenta el artista.
Oleos nunca más
Yrarrázaval no tuvo maestros. Incluso en eso estuvo solo. En 1951 partió a Roma para estudiar en la Escuela de Bellas Artes. "Fue casi un curso libre. Hace seis años había terminado la II Guerra Mundial y toda Italia se estaba reordenando", recuerda. Otros seis meses en París y luego la Beca Guggenheim, en Nueva York, terminaron por formarlo. El aprendizaje fue más autodidacta que formal, mirando exposiciones por todo el mundo. El regreso a Chile fue similar: "Comencé a pintar, pero no conocía pintores. En la escuela uno puede tener 40 amigos que pintan, pero yo no los tuve. Me hizo falta tener compañeros de pintura", señala el artista, que después se acercó a Mario Carreño y Nemesio Antúnez.
Parte vital de su obra es la experimentación. Una primera etapa la dedicó a la cerámica, para luego pasarse de lleno a la pintura. Sus temas hasta hoy: la soledad humana y la incomunicación, reflejadas en personajes grises, de caras borrosas y llenas de misterio.
Aquejado por una alergia, en 1998 su médico le prohibió el contacto con el óleo. En crisis, Yrarrázaval hizo algo, quizá inesperado para alguien de 67 años: se volcó a la pintura digital. Exploró solo el computador y se sorprendió: "Me fascinó la libertad del photoshop, de poder deshacer lo hecho. Esa experiencia la puse en mi pintura".
Desde ahí ha trabajado en paralelo lo digital con su obra plástica. Lo último lo mostró hace dos meses en la galería Artespacio: cuadros hechos en pastel y grafito usando la técnica del frotage, inventada en 1925 por Marx Ernst. "La trayectoria es una búsqueda, es ir renovándose. Lo peligroso es tener éxito pintando de cierta forma y quedarse pegado. El éxito es algo externo, pero lo importante es lo que sucede dentro de uno. El arte es la eterna introspección", concluye.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.