Rocky III o Rocky 3: ¿Por qué nos gustan los números romanos?
<P>Se imagina escribir 10.000.000.000 en romano. Demasiado ¿no? Pero pese a ese inconveniente, los usamos en estatuas, libros, relojes y películas.</P>
¿se acuerda de esos días en que aprendía a escribir una infinidad de números pero en romano? Son complicados, poco usados y, además, realizar cualquier ejercicio matemático con ellos resulta bastante difícil. De todas formas, los enseñan en el colegio y en cierto sentido son necesarios, a pesar de que "su uso ha sido matemáticamente obsoleto por más 1.100 años. No obstante, los símbolos para los números romanos siguen siendo utilizados en una variedad de formas: para marcar las horas en los relojes, para numerar las páginas en los prólogos de libros, para expresar las fechas de autoría y para contar los elementos de una serie (como los Super Bowls de EE.UU.)", dice Russ Rowlett, profesor de matemática y director del Center for Mathematics and Science Education de la Universidad de Carolina del Norte, EE.UU. Y claro, ciertamente los números romanos tienen algo que nos atrae ¿pero qué es?
Linton Weeks, corresponsal nacional de la National Public Radio (NPR) y ex director del sitio web del Washington Post, escribió el artículo V Reasons to Love Roman Numerals (V razones para amar los números romanos), en el que dice que uno de los motivos es el valor histórico de estos números.
El Imperio Romano ideó su propio sistema de contabilización, que es uno de sus grandes legados y fue posible gracias a que los números no eran muy grandes en ese entonces. "Hay algo antiguo y atemporal acerca de los números romanos, como si llevaran los secretos de una época más simple, cuando los números eran más pequeños y más manejables", dice Weeks.
Ya en la Edad Media surgieron grandes reyes, como Ricardo I o Enrique II, los que sumaban a su nombre un número para distinguirse de sus padres, parientes o simplemente con la idea de darse grandeza. Paulatinamente se introdujo el sistema "indo-arábigo" -los números que se utilizan en la actualidad-, que resultaba mucho más fácil para actividades cotidianas, como llevar cuentas. Sin embargo, los nombres de los miembros de la realeza no se adaptaron a este sistema y siguieron usando la numeración romana: los diferenciaba del resto y como eran poco comunes, les daban estatus.
Es que no cualquiera tiene un número romano en el nombre. Y esto no es sólo en el caso de los reyes, sino que en la actualidad algunos, y sólo algunos, llevan este detalle -se vería muy extraño si la polera de Matías Fernández llevara un XIV en vez del 14-. Es el caso de los Juegos Olímpicos, ciertos títulos de videojuegos, películas, los siglos y el Super Bowl "¿Se imagina el Super Bowl 48 -en lugar del Super Bowl XLVIII- jugándose en los Meadowlands a las afueras de Nueva York?", dice el artículo de Weeks. Lo mismo pasaría con el Big Ben, que no se vería tan monumental si marcara las horas con números indo-arábigos, o Star Wars Episodio VI, que no sería tan distintivo como Star Wars Episodio 6, que suena más a capítulo de serie de TV.
Por otro lado, el renunciado Papa Benedicto XVI se ve mucho mejor que Benedicto 16, que parece más bien un correo electrónico de esos que se sugieren cuando la combinación que usted quiere usar está ocupada: jorge.leiva no está disponible ¿por qué no intenta con jorge.leiva36?
Lo mismo pasa con los trabajos o proyectos formales, donde la enumeración de los capítulos suele hacerse con este sistema. "Sólo piénselo. Papa Benedicto 16 simplemente no tiene el mismo efecto visual", afirma Weeks. En otras palabras, los números romanos les agreg an seriedad y formalidad a las cosas.
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