¿Sabía que ser pollerudo es mejor que no serlo?

<P>Los hombres catalogados como "mamones" han tenido que aguantar por años las burlas que conlleva el apodo, sin embargo, el libro <I>El Mito del Hijito de Mamá</I> cuenta por qué ser pollerudo tiene sus beneficios como, por ejemplo, tener más habilidades blandas. </P>




Desde siempre los niños catalogados como "hijito de su mamá" han recibido cuanta burla se le ocurra al grupo que lo rodea. De hecho, ahí está el ya institucionalizado "es niñita, es niñita", que aparece cada vez que un niño corre a llorar a los brazos de la mamá. Si hasta Iván Zamorano, en el mejor momento de su carrera, tuvo que aguantar las bromas y dar explicaciones una y otra vez sobre por qué le gustaba tanto la cazuela de su mamá, Alicia. El tema es transversal y masivo. Muy masivo. Tanto, que hasta la Real Academia Española los definió: todos aquellos hombres que son apegados a su madre son denominados pollerudos.

Y uno podría pensar que, claro, tiene que ver con que somos poco evolucionados, casi nada de sofisticados, e incluso insensibles por hacer este tipo de burlas, pero como el aviso ese de TNT: "Pasa en las películas, pasa en la vida, pasa en... todas partes". Así lo constató en su investigación Kate Stone Lombardi, periodista del New York Times quien indagó sobre el comportamiento de "los hijos de mamá".

Definidos socialmente como más débiles, frágiles y dependientes por el hecho de recurrir frecuentemente a sus madres, muchas de éstas han intentado, por su parte, contener un poco las ansias protectoras para evitar las burlas y ayudar a que el niño encaje con las convenciones sobre la masculinidad: un hombre es autosuficiente, solitario y no demuestra mucho sus sentimientos.

Pero -como son las cosas- lo de ser "hijito de su mamá", "pollerudo", tiene beneficios hasta ahora no detectados. A través de estudios científicos y entrevistas con madres, Stone llegó a la convicción de que lo de "débiles, frágiles y dependientes" no es más que un mito. En su libro El Mito del Hijito de Mamá: Por Qué Mantener a Nuestros Hijos Cerca los Hace más Fuertes muestra cómo la ciencia ha comprobado que estos hombres estarían desarrollando más habilidades y tendrían mejor calidad de vida que los que no mantuvieron una relación cercana con su madre.

Empáticos

Ejemplos de por qué tener una relación cercana a la madre ayudaría, hay varios, y todos confluyen en un mismo punto: ellas les enseñan a desarrollar la inteligencia emocional, una habilidad que por décadas ha estado más vinculada al género femenino. Stone dice que enseñarles a ser "emocionalmente inteligentes" no significa que los niños sean hombres muy sensibles, sino que aprenden a estar en sintonía y actuar y dar respuestas asertivas en el momento adecuado. Además de asertivos, serían un poco más demostrativos que los otros. "Estas madres preparan a sus hijos para el éxito posterior de la vida. Como les enseñan la inteligencia emocional, sus hijos tienen habilidades de comunicación que son esenciales", dice la autora a La Tercera.

Sin embargo, la consecuencia más positiva para estos hombres es que tienden a estar más conformes con sus vidas. Carlos Santos, profesor de la Universidad de Arizona, encontró que estos niños, a los 12 años, tenían mejor salud mental y física. Y tenían, a diferencia de los que no eran tan cercanos a sus madres, una seguridad emocional que los ayudaba a reducir el estrés. "Encontramos que estos niños que eran más cariñosos, atentos y sensibles hacia el otro, en particular a amigos, tenían tasas de salud mental mejores que los otros niños apegados a la idea de masculinidad tradicional", dice Santos a La Tercera.

Este hallazgo es clave. De acuerdo a un estudio de la Universidad de Illinois, los estados de ánimo positivos, que se relacionan con un menor nivel de estrés, son uno de los factores clave de la longevidad. "Se ha encontrado que estos hombres cercanos a sus madres, al tener conexiones fuertes con otros y, a la vez, menos estrés, pueden llegar a vivir entre tres a cinco años más que los otros hombres", dice a La Tercera William Pollack, profesor de siquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard y experto en masculinidad.

Buen desempeño

Los problemas de conducta de los niños podrían estar ligados a la relación madre-hijo. De acuerdo con la investigación de Stone, hace dos décadas las sicólogas Cate Dooley y Nicolina Fedele vincularon problemas de hiperactividad y falta de atención de los niños con un desapego prematuro a la imagen materna.

Según los expertos, los menores no "pollerudos" suelen expresar pocos sentimientos -como la ira-, a diferencia de aquellos más cercanos a las madres que aprendieron a verbalizar lo que sienten. "Estos niños se desempeñan mejor en el colegio. Por ejemplo, estar más en control de sí mismos los ayuda a aprender a leer y escribir con más facilidad y, además, a tener mayor autocontrol en la clase y bajar la agresividad", dice Stone.

Por último, este buen desempeño también se extiende a su vida laboral. Stone encontró que debido a la cercanía, escuchaban desde niños no sólo lo que sus madres habían hecho en el trabajo, sino que también cómo les había ido y cómo resolvían los problemas. A partir de esto, de a poco, fueron desarrollando habilidades blandas -ligadas a la comunicación y empatía-, tan valoradas actualmente en el campo laboral. "Los niños criados en un modelo de sentimientos y conexiones, hace que piensen cosas, trabajen de forma desestructurada, y sean más abiertos, más que seguir reglas y modelos", dice Pollack.

El libro de Stone es la reivindicación de los pollerudos, el lado positivo que ahora pueden argumentar cuando les digan "es niñita, es niñita".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.