Sandro: Se apagó la voz del "gitano de América"

<P>La peleó hasta que pudo. A un mes y medio de ser sometido a un doble trasplante de corazón y pulmón, el cantante argentino falleció a las 20.40 horas de ayer, a causa de un shock séptico. Su cuerpo será velado en el Congreso transandino.</P>




No era vida para un gitano. Eso de las papillas, de la respiración asistida, de la vida sostenida por un hilo y un poco de fe. Sandro la peleó hasta que no pudo más, hasta más allá de lo razonable, según los doctores que lo asistieron con particular celo. Pero ayer su viejo cuerpo de 64 años, el mismo que el 20 de noviembre pasado soportó trasplante de corazón y pulmón y otras cinco intervenciones que buscaban sostener su frágil salud, le avisó que ya era hora de aflojar y empacar maletas hacia el otro mundo. A las 20.40 horas de ayer, en un hospital de Mendoza, se apagó la voz del "gitano", del "Elvis latino", del cantante argentino nacido Roberto Sánchez y que murió producto de un shock séptico. En Argentina ya preparan homenajes masivos: será velado en el Congreso de ese país, mientras sus fans lloraban desconsolados.

"Sandro de América" fue uno de los pioneros del rock de su país y de Latinoamérica. Tipo de origen humilde nacido en la localidad de Valentín Alsina, y único retoño de la pareja que formaban Vicente Sánchez y Nydia Ocampo, empezó a cantar en bares como La Cueva, donde Litto Nebia y Miguel Abuelo, otros de los embriones del rocanrol porteño, también eran habitués. El único espejo posible para un chico de esos días era "el rey" Elvis Presley y todos querían ser como él. Pero sólo Sandro daba con el tono. Con el pulso magnético y sexual del género que cambiaría el mundo.

Sus primeros cuatro discos, los que editó entre 1965 y 1966, estaban hechos de versiones de clásicos rocanroleros, pero luego vino la intuición y la calle para entender que en la balada estaba el futuro. Ahí jugó un papel clave Oscar Anderle, productor y coautor de muchas de sus canciones, y que lo fue guiando hasta convertirlo en el mayor romántico de la zona.

La popularidad de Sandro explotó continentalmente a fines de los 60. Misterioso y seductor y siempre listo para la frase de culto, Sandro se compró esa casa en Banfield, que sirvió para sus intermitentes períodos reclusivos, y se dedicó a filmar películas. Muchas películas que no eran más que excusas perfectas para ver a este hombre de virilidad arrolladora saltando de autos deportivos con los pantalones ajustados. El "gitano" nunca olvidó cómo seducir y, aunque resistido por los que lo consideraban frívolo para los intereses de la época, siempre tuvo entre las mujeres su fanaticada más fiel.

Sus "nenas" lo iban a ver cada 19 de agosto, el día que cumplía años, y él aceptaba cumplir con su parte del ritual: asomarse con bata y saludar desde la puerta. Porque ya estaba enfermo de enfisema y sólo atinaba a aparecer por la puerta. La misma que separaba su personalidad: "Fuera de mi casa soy Sandro, adentro soy Roberto Sánchez". Canchero, el argentino leyó temprano que en el misterio estaba el origen del mito y nunca confesó romances ni detalles de su vida privada. Sólo admitía que le gustaban las mujeres mayores y que su cuerpo lo había soportado todo. "Nadie se ha maltratado tanto como yo", decía un tipo que llegó a fumar 80 cigarrillos diarios y que en 2008 entró en una lista de espera para una intervención mayor. La misma que pareció superar a ratos, pero que ayer le terminó cobrando la vida a un duro que esta vez decidió descansar.

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