Se extinguen los fabricantes de santitos
<P>[SON CADA VEZ MENOS] las fábricas de artículos religiosos, debido a la irrupción de productos extranjeros, sobre todo chinos. Incluso, han hecho quebrar pequeñas empresas familiares.</P>
FUE en 1960 cuando se fundó la fábrica de santos y artículos religiosos Otero Hermanos, ubicada en los alrededores de Avenida Matta con Portugal. Fernando Otero, su dueño, explica que fue su tío -un sacerdote diocesano llamado Carlos de la Plaza- quien empezó con la empresa familiar. En ese entonces, dice, no era muy común vender figuritas.
Tiempo después, los cuatro hermanos Otero, todos muy católicos, se dieron cuenta que el negocio era rentable y decidieron asociarse para iniciar su propia empresa de venta de santos. San Sebastián, San Francisco, Santa Teresa de Los Andes, Santa Gemita, entre otras imágenes, son parte de su catálogo.
Entre sus compradores se encuentran la iglesia de Santa Ana, la parroquia de San Lázaro, bazares de barrio y las librerías Las Monjitas de San Pablo y Las Paulinas.
Asimismo, Judith Szantho es dueña de Viareggio, una pequeña fábrica ubicada en Providencia que antes se dedicaba a la elaboración de hebillas de metal, pero que hace ocho años se especializa en productos religiosos, como medallas, colgantes, íconos y detentes de metal, autoadhesivos metálicos, pulseras y regalos para primeras comuniones. "Como las máquinas que teníamos servían para fundir llaveros y objetos pequeños, yo pensé: Cristo no tiene hoy ni mañana, es una cosa para toda la vida", cuenta Judith. Dice que no es un rubro tan rentable y que se ha visto obligada a fabricar artículos para bautizos, Primera Comunión y otras fiestas religiosas. Y con eso se da vueltas.
Lo de Judith es San Benito. "Una vez viajé a Buenos Aires y vi a mucha gente haciendo cola para entrar a una iglesia. Cuando logré entrar, me di cuenta de que era por San Benito, protector de las malas vibras, de la envidia, de las peleas, de las enfermedades. Allá te venden estatuas, mermeladas, vinos, joyas, cruces, cristos, alfajores y todo cuanto hay del santo y me dije: voy a hacer algo parecido", recuerda.
También influyó en su decisión que el santo "escuchara sus plegarias" y le concediera un favor. Hoy Judith, además de entregar los pedidos que encargan sus clientes, como el colegio San Benito, el Cumbres, Villa María Academy y el Arzobispado, por nombrar sólo algunos, adjunta una ficha con la biografía de San Benito, llaveros o láminas con su figura. Es algo así como su embajadora.
Pese a que partió siendo un rubro de fabricación nacional, ahora compiten con los chinos. La mayoría de los vendedores ambulantes apostados afuera de las iglesias adquieren en Meiggs las chucherías de las que se abastecen.
Los fabricantes nacionales de imágenes religiosas se quejan de la invasión china, pero dicen sobrevivir en el rubro, porque han aprendido a convivir con ésta. El dueño de la fábrica de artesanía religiosa Kerigma, ubicada en Alameda a la altura de Dieciocho, Héctor González, se queja de los orientales. "No son ni católicos y son los que más hacen santos. Es tanta la oferta, que nosotros también hemos empezado a traer cosas de allá. No sale a cuenta hacer cosas acá, porque hasta con el transporte incluido sigue siendo más barato el producto chino. En mi taller fabrico sólo algunas cosas de madera: palomas, detentes, cruces o algunas cajitas para guardar santos", dice González, quien, además, es miembro del movimiento Sagrada Familia de Nazareth.
Pese a lo anterior, Otero Hermanos persiste en lo suyo. "Tenemos imprenta propia. Hemos sabido de fábricas que han tenido que cerrar por los chinos, pero en nuestro caso no ha sido así. De hecho, importamos desde allá, pero no hay problema con eso, porque el fuerte de nosotros son los productos de papel, y si imprimimos nosotros los santos de bolsillo, las novenas, los separadores de biblias o las imágenes que se pegan en los llaveros o botellas para agua bendita, es más conveniente. Incluso, diría que últimamente ha aumentado la clientela". El fabricante de santitos dice que ha sido en gran parte por el terremoto, porque la gente se apega más a la fe.
No es sólo la mercadería oriental la que ha empezado a invadir el rubro sacrosanto. Desde Italia llegan también artículos de madera como denarios, rosarios, cruces y uno que otro detente. Y desde Colombia y Perú arriban vírgenes y cristos de metal, y uno que otro santo de yeso, como San Judas Tadeo, San Francisco de Asís o San Pancracio.
Hoy, el objeto más vendido en las afueras de las iglesias, y en los negocios dedicados al mercado religioso, son las láminas de papel plastificado, de 9 x 6 centímetros, más conocidas como "santos de bolsillo". Sin embargo, existen infinitas variedades de productos de culto que actualmente adquieren los feligreses: aros con el Padrenuestro grabado en su interior, anillos con el retrato de la Virgen, prendedores, pulseras, medallas y pergaminos. Independiente de la fiesta que se celebre cada mes, entre las imágenes más pedidas está San Expedito. En el primer lugar indiscutido. Muy de cerca le siguen el Padre Pío y la imagen de Jesús con el Sagrado Corazón.
Las figuras nacionales como la Virgen del Carmen, Santa Teresa de Los Andes o el Padre Hurtado se venden poco, según Héctor González: "El santo extranjero se vende mucho mejor", dice.
Ultimamente, la venta de San Lorenzo -el que protege a los mineros- ha aumentado a causa del accidente que sufrieron los 33 trabajadores en la mina San José, pero el santo de las causas urgentes sigue siendo el más vendido.
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