Sealand crece en la industria salmonera con importación de ovas desde Islandia
<P>Después de más de dos décadas ligados a la industria, ex ejecutivos del sector crearon la empresa que abastecerá de smolts -o peces juveniles- a los productores del área. Su oferta implica un manejo productivo y sanitario con altos estándares de control y parte con una inversión de US$ 10 millones.</P>
Cuesta encontrar a alguien, en el sector salmonero, que esté anunciando inversiones. Más escasos aún son los que levantan recursos en la banca, sobre todo en estos días, en que los productores están renegociando sus pasivos con sus acreedores financieros, por un monto de US$ 1.600 millones. Por eso es que el caso de la empresa Sealand es atípico. La firma, formada hace tres años por cuatro ex ejecutivos del sector, acaba de concretar la primera importación de ovas de salmón desde Islandia, el punto de partida para abastecer de smolts -o peces juveniles- a operadoras de la X Región. El proyecto costó US$ 10 millones y aunque los socios comprometieron recursos personales, buena parte de esa cifra salió de préstamos de la industria bancaria local.
La iniciativa partió hace tres años, antes de que el virus Isa se instalara en los centros de cultivo del sur. Para entonces, los problemas sanitarios ya eran una realidad. Ese fue el punto de partida para que Oscar Gárate, Hans de Bieman, Daniel Contreras y Fernando Ramos, conocedores del negocio del salmón desde sus inicios, se decidieran a emprender por cuenta propia. "Lo hicimos un año antes de que partiera el problema, sabiendo que la industria tendría que sistematizar sus procesos productivos", cuenta Oscar Gárate.
Un proceso distinto
La oferta de Sealand es sencilla. Importa ovas (huevos) de salmón, en su variedad Atlántico, desde centros productivos de alto estándar sanitario a nivel internacional, y luego las desarrolla hasta su fase de smolt en instalaciones en tierra -paso previo a la engorda y posterior venta-, las que, además, cuentan con sistemas de recirculación de agua proveniente de pozo y de mar. La diferencia con otros centros que también crían peces juveniles es que ellos terminan el proceso cuando los peces alcanzan entre 80 y 100 gramos de peso y no entre 20 y 35 gramos, como otros operadores. Eso les permite completar el ciclo en un ambiente controlado y no en aguas de lagos y estuarios como su competencia, con lo que reducen los riesgos de contagios de enfermedades, explica Gárate. "De esa forma, tenemos más probabilidades de conseguir un pez en buenas condiciones sanitarias", afirma.
Para dar forma a su empresa, los socios adquirieron terrenos en la zona de Pargua y ahí se aprestan a iniciar la crianza de smolts, luego de adquirir la primera partida de ovas, que llegaron en abril. En esta etapa, compraron 1,5 millón de huevos en Islandia -que es el mercado que cumplía con todas las exigencias sanitarias que hoy pone Chile-, pero la meta es llegar a 10 millones en el primer año, lo que les permitirá producir unos seis millones de smolts. En cifras, eso supone facturar US$ 6 millones en 12 meses. El plan, sin embargo, es más ambicioso: de crecer la demanda se hará necesario entrar en una segunda fase, que significaría alcanzar los 14 millones de ejemplares por año y una venta superior a US$ 15 millones.
Sealand, en todo caso, partió con contratos en mano. Multiexport y Acuinova -filial de la hispana Pesca Chile- son sus primeros clientes. Se les podría unir Pesquera Itata, con la que hay conversaciones. El interés de estas salmoneras ocurre en un momento delicado para la industria, que tras la contaminación de sus peces con el virus Isa ha reducido drásticamente su producción, tal como ocurrió en Noruega hace un tiempo, en que la epidemia redujo el volumen en 80%. El manejo sanitario y el cambio en las formas de cultivo son parte de la reestructuración a la que este sector se está enfrentando. Y por eso es que los socios creen que invirtieron en el momento correcto.
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