Semenya no tiene rivales

<P> La sudafricana ignora las dudas por su sexualidad y gana los 800 con su mejor marca personal.</P>




Caster Semenya fija su vista en el horizonte. Nada la saca de foco. La meta es el oro en los 800 metros planos, su prueba favorita. De fondo, el rugir del público y en la previa miles de dudas en torno a su sexualidad. Mismas que le valieron ser suspendida de las competencias mientras la investigaban. Pero ella no hace caso. Porque ya se quedó con las ganas en Londres 2012, cuando se colgó la plata. En Río va por su revancha.

Atrás quiere dejar los malos ratos y las sospechas acerca de su sexo. También el escarnio público de aficionados e incluso rivales. Pasa que Semenya nació con niveles de testosterona tres veces superior a lo normal. Su anomalía es cromosómica y no tiene útero ni ovarios pero sí testículos internos. Así entonces, la IAAF le permitió correr, lo que molestó a varias competidoras.

Y así llegó a los Juegos de Brasil. Ayer, en la final, el juez da la partida y las ocho corredoras inician la lucha desenfrenada por las medallas. Semenya arranca a paso firme, siempre entre las líderes. Va a su ritmo, sin importarle lo que haga el resto. Así llega a los 400 finales, donde se pone primera y no suelta más la punta, hasta cruzar la línea de llegada con 1'55"28 (su mejor marca personal), por delante de Francine Niyonsaba, de Burundi, y de la keniata Margaret Wambui.

El oro es un hecho, pero al contrario de lo que se aorecia en otras pruebas, donde la mayoría de los rivles felicita al vencedor, el triunfo de la sudafricana pasa un poco más desapercibido. su sola presencia causa recelo. Así ya lo había hecho saber la ucraniana Nataliia Lupu en en las series clasificatorias: "Creo que tendría que haber carreras separadas: una para ellas (mujeres con altos niveles de testosterona) y otra para nosotras". Esa molestia es la que se asomó ayer.

"No me olvido de Dios, de mi familia, de mi esposa (Violet Raseboya). Esto no es sólo competir, también hacer amigos", dijo la atleta tras ganar el oro.

Pero a la atleta de 25 años poco le importó. Y cruzó la meta primera. Y realizó una desafiante pose. Como queriendo decir "aquí estoy yo". Y es que Semenya se sabía campeona. A pesar de todo, la nueva monarca olímpica de los 800 metros planos.

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