Sensación de estabilidad y seguridad determina amplia ventaja de Putin
<P>Según las últimas encuestas, Putin posee más del 58% de la intención de voto para las elecciones presidenciales rusas.</P>
Los rusos acuden hoy a las urnas, en unas elecciones presidenciales que se caracterizan por estar prácticamente ya decididas y por ser las primeras en las que los jóvenes votantes son todos hijos del nuevo país nacido tras el desmoronamiento de la Unión Soviética.
Pocos dudan de que el ganador en estos comicios -los quintos de jefe de Estado después de la caída del régimen comunista- será el actual primer ministro, Vladimir Putin, el ex jefe de la KGB que Boris Yeltsin se sacó de la manga para sucederle poco antes de dimitir, a fines de 1999.
Putin, que ya ocupó el Kremlin por dos períodos consecutivos, entre 2000 y 2008, se negó a continuar en el cargo, aunque la elite rusa se lo pedía y podría haberlo hecho con un cambio constitucional y prefirió cumplir las formalidades democráticas, dejando en su puesto a su colaborador y amigo Dmitri Medvédev, pero reservándose él la jefatura del gobierno.
Medvédev -que en un enroque político se convertirá en primer ministro- no sólo cumplió concienzudamente con su papel de guardián del cargo de Putin, sino que reformó la Constitución para que su amigo y mentor permanezca esta vez en la presidencia por seis años, con posibilidad de reelección por otros tantos.
¿Por qué la mayoría de los rusos, a pesar de las críticas contra el Kremlin y el autoritarismo votará por Putin, según los sondeos? La respuesta está en la superficie: porque el nivel de vida de la gente ha mejorado, porque Putin significa, a los ojos de gran parte de la población, estabilidad y seguridad.
También, a pesar de lo que puedan afirmar algunos periodistas occidentales, Rusia está a años luz de la Unión Soviética en lo que se refiere a libertades: libertad de viajar, libertad cultural y, por supuesto, libertad de consumo, inexistentes en la época comunista.
El último pronóstico del Centro de Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM, según sus siglas rusas, el instituto más fiable en estas materias), basado en encuestas realizadas en 46 de las 83 regiones de Rusia, da el 58,6% de los votos a Putin, seguido por el comunista Gennadi Ziuganov, con un 14,8%. Ninguno de los otros tres candidatos superaría el 10%. Mientras, la votación, en realidad, ya ha comenzado esta semana, porque en Rusia, el país más grande del planeta, en las regiones apartadas se permite sufragar antes de la fecha oficial de la elección. Los otros candidatos que compiten son el nacionalista Vladimir Zhirinovsky. También compite Mijail Prójorov, multimillonario representante de la derecha.
Hay que decir, sin embargo, que en Rusia estas caracterizaciones políticas son muy relativas: de los comunistas difícilmente puede asegurarse que sean auténticos defensores de los derechos de los trabajadores, pues desde entonces siempre, en los momentos decisivos, han apoyado al Kremlin.
Otra razón que explica el éxito del partido gobernante es que, contrariamente a lo que se podría haber esperado, no ha cuajado en este país un movimiento socialdemócrata y todos los intentos que se han hecho de crear un gran partido de esta tendencia han fracasado. En cuanto a la derecha, ella se presenta en Rusia no como la defensora del gran capital, sino como el paladín de las libertades democráticas. Y Zhirinovsky es una parodia del nacionalismo cuyo lema en esta campaña es o él "o el caos".
De todos los contrincantes de Putin, el único que podría forzar una segunda ronda es Ziuganov, aunque la mayoría de los políticos y analistas se inclina a pensar que eso no ocurrirá. En cualquier caso, en la eventualidad de una segunda vuelta, Putin tiene el triunfo asegurado: la mayoría de los rusos no quiere volver atrás y Ziuganov -justa o injustamente- representa el pasado.
El candidato "más normal" desde el punto de vista de un observador occidental es Prójorov, quien se presenta como abanderado de los partidarios de una auténtica democracia y de la integración con lo que aquí llaman "el mundo civilizado". Pero Prójorov es el candidato de la minoría de los rusos y no tiene ni la más remota posibilidad de competir no ya con Putin, sino siquiera con Ziuganov. El tendrá los votos de la oposición demócrata tradicional al actual régimen, más los de aquellos que lo apoyaban antes y que ahora están hartos con él, con la corrupción que lo corroe y con las acusaciones de falsificaciones electorales, como las que marcaron las últimas parlamentarias.
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