Sí importa el color del gato




“NO IMPORTA el color del gato, lo importante es que cace ratones”, es la conocida frase del reformista chino Deng Xiaoping y que explica buena parte de la filosofía de las exitosas reformas económicas que ha llevado adelante China desde 1978. Este proverbio es claramente un alegato en favor del pragmatismo y el realismo. Visto así, la economía socialista de mercado ha sido la fórmula que ha definido el régimen chino para avanzar hacia el desarrollo, inserto de lleno en el capitalismo global y en la economía de mercado.

La democracia es por su esencia la disposición a la negociación, el compromiso y la transacción. Todo lo anterior, sin embargo, debe hacerse desde lo que uno es, sin complejos, buscando siempre la coherencia. Es el viejo tema del perfil o la identidad. Esta identidad, hoy más que nunca, es una necesidad más que una opción en tiempos en que pareciéramos estar frente a una política indiferenciada, en que todo vale más o menos lo mismo y cuesta encontrar lo que nos diferencia.

Es en este escenario de continuo movimiento, lleno de dinámicas sociales y culturales (los tiempos están cambiando como canta Bob Dylan) donde nos miramos y definimos en nuestra esencia. Y sí, somos diferentes, pensamos distinto, pero valoramos la rica diversidad de una sociedad pluralista como la nuestra. Por eso sostengo que sí importa el color del gato, sí importa la visión de futuro, de país y de gobierno que tenemos los democratacristianos.

Todo lo anterior tiene mucho que ver con uno de los dilemas que se han planteado en las últimas semanas con miras a la posible conformación de un gobierno que incluya a la DC y el PC.

Recordemos que fue la voluntad popular la que nos puso a la DC y el PC en la oposición frente a un gobierno de derecha. En esta nueva casa desde marzo de 2010 ambos partidos hemos sido grandes partidarios de la unidad de la oposición y seguiremos profundizando el camino de la unidad y la convergencia. Sin embargo, la unidad en torno a la posibilidad de conformar un gobierno conjunto entre las actuales fuerzas de oposición requiere de un contenido y de un ingrediente mayor. No se trata de la unidad por la unidad, del poder por el poder, o de pensar simplemente en la próxima elección,  sino que se necesita de una unidad con coherencia.

Hay ciertos aspectos que son inherentes a la Democracia Cristiana: el valor universal de los derechos humanos, el valor intrínseco de la democracia, al margen de cualquier visión instrumental; el rechazo claro y explícito a toda forma de violencia política y a toda forma de dictadura. Esos son algunos de los elementos centrales que nos constituyen como partido.

Importa el color del gato, como importa la coherencia en política y la responsabilidad en los actos en el entendido de que estamos determinados por la libertad y por las exigencias del bien común. Así, cualquier acuerdo debe darse sobre la base del reconocimiento de estos valores y de la identidad de cada cual. Así se construyen los acuerdos, los perdurables, los que son capaces de transformar la realidad en una dirección virtuosa, al margen de toda ambigüedad y de toda confusión.

No cerremos a priori las puertas a ningún escenario. Sólo pedimos que coloquemos todas las cartas sobre la mesa, que sinceremos las posiciones, sin vetos ni temas vedados, y así podamos ver el real color del gato.

Ignacio Walker
Senador y presidente de la DC

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