Sieveking y Bélgica Castro preparan obra coral sobre la muerte

<P>El dramaturgo y su esposa acaban de ganar el primer Fondo de Cultura de sus vidas.</P>




Sentarse a ver pasar el mundo es uno de los pasatiempos favoritos de la pareja compuesta por el dramaturgo Alejandro Sieveking y la actriz Bélgica Castro. Lo practican cuando se beben dos vasos de whisky, puntualmente a las nueve de la noche en el balcón de su departamento, con el cerro Santa Lucía de fondo. Y también en un café de Huérfanos con Miraflores, al que asisten a menudo.

De estos pequeños ritos se ha nutrido la relación que mantienen hace más de 50 años y también Todo pasajero debe descender, la obra que escribió Sieveking en 2010, y por la que acaban de ganarse el primer Fondo de Cultura de sus vidas. Con fecha de estreno para septiembre en el Teatro UC y bajo la dirección de Alejandro Goic (Mi Marilyn Monroe), estará protagonizada por ambos. "Nunca hemos dependido de un fondo para hacer lo que nos gusta. Es que venimos del Teatro del Angel y del Teatro Experimental fundado por Pedro de la Barra, donde siempre nos las arreglamos con lo que había", dice Bélgica sobre la época en que se conocieron.

Fue en 1954. En la penumbra, ella se calzaba el papel de la tímida Sonia, en la obra El tío Vania de Chéjov. Para Sieveking, verla actuar fue un milagro. "Aunque en ese tiempo estábamos montando con Víctor Jara Parecido a la felicidad, yo era apenas un estudiante cuando la conocí. Ella era una estrella. Maravillosa", recuerda sobre la mujer a la que conquistó con un cuento de amor entre una araucaria y un álamo (Una plaza sin pájaros) y el humor. "Yo siempre le he escrito papeles. Como el de doña Nicolasa o el de Nina en La mantis religiosa. Siempre he querido que haga roles que no están en su registro, sólo por el placer de ver cómo se las arregla", explica Sieveking.

El último personaje que le dedicó el dramaturgo de La remolienda fue el de Todo pasajero debe descender, una obra que transcurre en un café típico del barrio Bellas Artes por el que esta pareja siempre callejea. Aquí Bélgica es una celebridad en decadencia y está peleada con el mundo. "Es una resentida, pero al mismo tiempo es muy histriónica y tiene un amigo que escribe biografías de poetas para vivir esas vidas y no la suya", explica. Ese compañero es Sieveking.

Sin azúcar, por favor...

El título está inspirado en sus experiencias. En 1984, la pareja acababa de volver del exilio en Costa Rica. "Lo primero que hicimos fue tomar el Metro, porque cuando nos fuimos de Chile no existía. Llegamos hasta Escuela Militar y el altavoz dijo Todo pasajero debe descender. Nosotros nos reímos. Parecía una invitación a la muerte", revela Bélgica sobre la génesis de un montaje donde transitan turistas, ejecutivos vestidos de Armani, estudiantes que ofician de garzones y una actriz que está en la cima, encarnada por Aline Kuppenheim. "

Todo pasajero debe descender no es la única obra inédita de Sieveking que verá la luz este año. Dentro del proyecto premiado está contemplado además que directores jóvenes como Pablo Schwarz, Andrés Céspedes y Néstor Cantillana presenten en formato de semimontajes otros cuatro textos de Sieveking que jamás vieron la luz, ya sea por razones políticas o de presupuesto. ¿Los títulos? La fiesta terminó, Directo al corazón, La cama en el medio de la pieza y Pequeños animales abatidos, ésta última rechazada "por heavy", por Willy Semler en los 70, y que ahora retoma Rodrigo Bazaes. "Es sobre el Golpe y pese a que se ha dado en Washington, nadie la quiso hacer acá", dice Sieveking sobre la historia de una adivina que un 9 de septiembre ve pasar gente vestida de blanco. Un augurio de lo que estaba por venir.

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