Siga participando
QUE MAS políticamente correcto que hablar en estos días de participación y empoderamiento ciudadano. Es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos que la sociedad civil da por descontado en los procesos de desarrollo de grandes proyectos urbanos y de la planificación de las ciudades. La otra cara de la moneda es que esa participación ciudadana pocas veces es informada y educada, y peor aún, habitualmente a destiempo y reactiva más que propositiva.
¿Cómo podemos pretender profundizar y mejorar los canales de participación dentro de discusiones de un ideal de ciudad, si ni los interlocutores oficiales de los procesos conocen de las reglamentaciones y obligaciones que delimitan los procesos? ¿Cómo le podemos pedir a la ciudadanía que participe y aporte si no cuenta con la información ni la educación cívica y urbanística para que su parecer y opinión sea conducente?
Mi comentario no es en abstracto ni menos peyorativo. Por el contrario, se funda en la reveladora y triste experiencia de haber participado de muchos procesos de validación ciudadana, desde la trinchera del consultor del plan, de vecino o del asesor de un propietario. No podemos poner nuestras esperanzas en una participación regida por un mínimo legal, cuyo mínimo no es respetado por quienes la auspician ni es conocida por quienes quieren ser parte del proceso.
Hace unas semanas me tocó participar de una audiencia pública para exponer un proyecto de modificación de un plan regulador comunal. Para sorpresa mía, esta audiencia, en vez de haber sido convocada para este solo efecto, como lo indica la ley, se puso como otro punto más dentro de los 18 que contenía la tabla de aquella sesión de concejo ordinario. No sólo eso, sino que al requerir el uso de la palabra me fue negada, argumentando que la audiencia era sólo para "informar". El asesor urbanista tardó sólo dos minutos en entregar la "información". Luego de interrumpir la sesión tomando la palabra y de lograr el apoyo de un concejal de oposición que pidió al abogado del municipio favor leyera la ley para verificar que no se estaba cumpliendo con ella, se declaró nula la convocatoria. Yo no era el consultor del plan, no era vecino de esa comuna, sino asesor de un propietario que venía a manifestar mi desacuerdo con definiciones contenidas en el proyecto. Nadie de esa ciudad levantó la voz, ni la mano, ni contravino de modo alguno al alcalde que presidía esa sesión.
¿Dónde están los ciudadanos que luego no estarán conformes con lo que sucede en sus barrios? ¿Cómo puede ser que un concejo, el asesor jurídico y el asesor urbano de ese municipio desconocieran las formas mínimas a las que obliga la ley respecto de la validación ciudadana de estos planes? ¿Cómo es posible que sigamos pensando en participación ciudadana, sin asegurar la necesaria información ni la adecuada educación respecto de lo que está en juego? ¿Es la participación acaso sólo un "cumplo y miento"? ¿Es acaso el empoderamiento ciudadano una linda frase progresista sin contenido ni convicción? Las soluciones estructurales podrán proveer los mínimos legales, pero son las personas informadas y educadas las que hacen realidad esas definiciones. Siga participando.
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