"Sin estabilidad interna, Egipto no puede ejercer como potencia regional"
<P>Según este analista, se ha deteriorado la relación de Egipto con las monarquías del Golfo.</P>
Las revueltas árabes han introducido cambios fundamentales en la ecuación de poder en Medio Oriente. En el corazón de todos estos cambios se encuentra Egipto, el gigante árabe. A dos años de la caída del gobierno de Hosni Mubarak, La Tercera conversó sobre estos cambios con Ayman Abdel Wahab, investigador del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram, el think tank más reputado del país.
¿Cuál es el principal cambio de la política exterior egipcia tras la Revolución, y el ascenso al poder del Presidente Morsi?
En muchas áreas existe continuidad, pero si hay un cambio sustancial, es en las relaciones con los países del Golfo Pérsico. Los Hermanos Musulmanes no son sólo un movimiento puramente egipcio. Su matriz se encuentra en El Cairo, pero tienen franquicias en otros países. Ello causa temores y recelos en otros países, sobre todo en las monarquías del Golfo, que sospechan de la voluntad de la Hermandad de expandir su ideología y la revolución. Las relaciones con estos países, que valoran por encima de todo la estabilidad, se han deteriorado de forma sensible.
¿Considera que Egipto tiene hoy en día un mayor peso e influencia regional?
Así lo creyó mucha gente tras la última guerra de Gaza, pero las apariencias engañan. Ciertamente, el gobierno actual tiene un contacto más estrecho con Hamas y eso eleva su rol en el conflicto entre israelíes y palestinos. En otros ámbitos no se aprecia una mayor influencia de Egipto como potencia regional. Mientras haya inestabilidad interna y una situación económica muy delicada, el país no podrá ejercer un rol dominante en la región. La Revolución y la Primavera Arabe han cambiado la ecuación regional, y ello representa una oportunidad para la política exterior egipcia, pero es fundamental que internamente el país funcione para poderla aprovechar.
¿Cuál es la prioridad del gobierno en estos momentos en el ámbito exterior?
Restablecer las buenas relaciones con los países del Golfo Pérsico, nuestros aliados tradicionales. Los vínculos con estos Estados no son importantes sólo desde el punto de vista económico o político, sino también en el estratégico. En cuestiones como el conflicto entre Israel y Palestina, o la situación en Siria, la coordinación con ellos es muy importante. Por esta razón, el presidente debe abrir un diálogo estratégico que aborde los malentendidos y calme los recelos que se han apoderado de la relación.
¿Cómo valora la relación con Washington tras la caída de su gran aliado Hosni Mubarak?
EE.UU. es una superpotencia y sus relaciones se mueven exclusivamente por sus intereses. Creo que Washington y El Cairo no han dejado nunca de colaborar a pesar del cambio de régimen y diría que las relaciones con la administración actual son buenas. Si la tensión política y la violencia en las calles persiste, tendrá unas consecuencias directas y negativas en el trato diplomático con el gobierno estadounidense.
Ahmadinejad visitó Egipto esta semana. ¿Está de acuerdo con la visión de que ambos países caminan hacia el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas?
No. Creo que se pueden aumentar los lazos y la cooperación en algunos ámbitos, pero dudo de que se retomen las relaciones diplomáticas. Los obstáculos son variados e importantes. Para empezar, existen tensiones religiosas entre ambas sociedades, pues una sigue la rama del islam sunita y la otra la chiita. Además, en algunos temas importantes, como el conflicto en Siria, los planteamientos de cada país son contrapuestos. A ello cabe añadir la oposición de un aliado tan importante como EE.UU.
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