Situación geopolítica de Siria impide una intervención de la OTAN como en Libia

<P>A diferencia del país norafricano, el territorio sirio está en medio del polvorín que representa Medio Oriente.</P>




Las razones que llevaron a que la OTAN se involucrara en una guerra aérea sobre Libia fueron muy parecidas a las que ya se cumplen en Siria. La Alianza Atlántica, con la participación imprescindible de Estados Unidos y el entusiasmo de Francia, se lanzó militarmente el 19 de marzo para impedir que las fuerzas rebeldes fuesen masacradas por las tropas de Trípoli. Sin embargo, el objetivo ya mudó y desde hace semanas que se trata de terminar con el régimen de Muammar Gaddafi. En Siria, en cambio, las tropas del régimen de Bashar al Assad reprimen una y otra vez a la población que ha salido a la calle a pedir mayores libertades. Pero, a diferencia de lo ocurrido en Libia, la acción de los países occidentales y de la OTAN se ha limitado a las declaraciones de condena contra los abusos del régimen. Nadie, ni siquiera los gobernantes que se mostraron más entusiastas en el caso libio, han mencionado la posibilidad de lanzar una operación militar contra el régimen de Assad.

Los elementos que explicarían las diferencias en las decisiones tomadas por parte de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN en el caso sirio, a la luz de cómo sí se actuó en Libia, serían de tipo geoestratégicos, económicos, políticos y militares. Pero el de mayor peso es el que se refiere a la ubicación geográfica de Siria: está en medio del polvorín que representa Medio Oriente. El país árabe es vecino de Israel (el mayor aliado de Washington en la región), de Irán (enemigo jurado de Estados Unidos), de Irak (un proyecto inconcluso de los norteamericanos por democratizar la zona), de Líbano (un fiel e inestable aliado de Damasco, que podría sufrir una recaída hacia la guerra civil) y de Turquía (miembro de la Alianza Atlántica). Así, un ataque podría encender una mecha que nadie quiere saber hacia dónde llevaría.

Un ataque sobre las fuerzas de Assad podría desencadenar respuestas de Teherán, su mayor aliado regional, y también de los grupos islamistas Hizbulá (en Líbano) y Hamas (en los territorios palestinos). Por algo, hasta el gobierno israelí que encabeza Benjamín Netanyahu ha guardado silencio: prefiere el statu quo existente. Es decir, prefiere un "enemigo conocido" -que desde 1974 no ha hecho ningún disparo contra territorio israelí- que uno por conocer. Esto explica que "con un lenguaje moderado, la Administración Obama haya condenado el uso de la violencia contra civiles y ha animado la reforma política (en Damasco). Pero los susurros son evidentes: la estabilidad en Siria aún es preferible a otro experimento más en un gobierno árabe", escribía Patrick Seale, de la revista Foreign Policy.

Damasco forma parte de una maraña que hasta ahora le ha dado estabilidad a la región. "Siria, Indirectamente, desempeña un papel esencial que sirve a los intereses de Occidente y que proporciona la llamada estabilidad, aunque pareciera que el escenario está cambiado tras las protestas", explicó Majed Nehme, de la revista francesa Africa -Asia. El propio canciller brasileño, Antonio Patriota, al hablar de la situación en Siria y de la posibilidad de intervenir declaró que "cuando se mira la estabilidad de Medio Oriente, lo último que se quiere hacer es contribuir a exacerbar las tensiones en la región más inestable del mundo".

Además, el régimen sirio tiene dos poderosos aliados, como son Rusia y China. Vladimir Putin, el primer ministro ruso, dijo incluso que "consideramos a Siria como un asunto estratégico para nuestros intereses y no repetiremos el mismo error" que cometió Moscú al no utilizar su veto en Naciones Unidas en el caso de Libia.

Como si todas estas razones ya no fuesen suficientes, está el hecho de que militarmente Siria tiene Fuerzas Armadas más numerosas, mejor equipadas y más entrenadas que las de Libia; que las acciones bélicas contra Gaddafi terminaron por agotar "el poco apetito que quedaba en Estados Unidos para involucrarse en guerras que no fuesen motivadas por claras amenazas a sus intereses vitales", según escribió el analista venezolano Moisés Naím, y porque ni siquiera el elemento que generalmente aparece en este tipo de debates es abundante: Libia es una potencia petrolera y Siria no.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.