Sorteo y exclusión
FRENTE A lo inevitable que resulta la selección de alumnos para colegios sobredemandados, la ley recientemente aprobada sobre fin a la selección, lucro y copago, llamada “Ley de Inclusión”, exige que cuando la demanda de matrícula sobrepasa a su oferta, el mecanismo legal obligatorio para resolver esta disyuntiva será el sorteo o tómbola, para evitar cualquier tipo de exclusión.
El sorteo es uno más de los recursos existentes que intentan resolver la causa de fondo de la exclusión: la falta de colegios que entregan una educación de calidad. Cuando sólo un conjunto minoritario de colegios concentra la mayor demanda de matrícula, necesariamente se tendrá que apelar a algún mecanismo para llenar las pocas vacantes que disponen. Es decir, en estos casos hay que recurrir a alguna fórmula que permita repartir a los estudiantes en las pocas escuelas de calidad que existen en el sistema. De modo que la selección o el sorteo son recursos para la distribución de alumnos, inherentes y obligatorio para un sistema educativo que presenta grandes asimetrías de calidad entre sus escuelas. No se puede prescindir de estos recursos mientras no se satisfaga la demanda de calidad para todos los alumnos. A partir de ese momento ya no será necesario ningún mecanismo de distribución de alumnos ni habrá discriminación.
Para algunos, la selección es una discriminación inaceptable y el sorteo no, porque este último no hace diferencias económicas, sociales y culturales. La opción, entonces, no es buscar mecanismos que hagan menos diferencias que otros si finalmente un número mayoritario de alumnos son excluidos, porque no hay vacantes en las escuelas de calidad a la que aspiran. La única opción válida es incluir a todos los alumnos en las escuelas que desean. Por ello es que el sorteo representa una falsa alternativa, porque no resuelve el problema de la exclusión. El número de colegios de calidad sigue siendo el mismo y minoritario, y un conjunto mayoritario de familias que optaron por unos establecimientos y no por otros, quedarán igualmente excluidos de la escuela elegida. Es decir, el mismo número de alumnos que antes quedaban fuera por selección, ahora siguen estando fuera por sorteo. Ya no serían jóvenes discriminados, sino perdedores.
La solución del sorteo resulta una forma barata y fácil para las autoridades de eludir la responsabilidad de brindar colegios de calidad para todos y eliminar así la exclusión definitivamente. En buenas cuentas, son las autoridades las que están provocando la exclusión de jóvenes en las escuelas de calidad, y se escudan en la promulgación de una ficción de ley que presuntamente les resuelve el problema y los libera del trabajo que han dejado de hacer.
Toda la discusión llevada hasta el momento sobre la eliminación de la selección y su reemplazo por el sorteo, ha sido una pérdida de tiempo, porque no se logrará la inclusión deseada. Nada muy distinto de lo que sucedía con la selección. Se ha postergado así la compleja meta de construir un sistema educativo de calidad en nuestro país, para que todos puedan acceder a una educación de calidad y lograr que los padres puedan conseguir la educación que desean para sus hijos.
Carlos Veas
Secretario ejecutivo FIDE
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