"Tengo una relación de amor y odio con Lisbeth Salander"
<P>La actriz se refiere al popular personaje de los filmes basados en las novelas de Stieg Larsson.</P>
Protagonista de la serie fílmica Millennium:
Un buen personaje puede ser la llave del éxito o el encasillamiento eterno. A Anthony Perkins, uno de los actores más prometedores de Hollywood en los años 50, le pasó lo último con el Norman Bates de Psicosis y estuvo buena parte de su vida interpretando a tipos desquiciados o al borde de la cordura. Sean Connery, por el contrario, tuvo la suficiente sagacidad y suerte para salir jugando con mayores posibilidades tras desvincularse de 007, la popular franquicia de la Metro Goldwyn Mayer.
Por estos días, la actriz sueca Noomi Rapace enfrenta una circunstancia más o menos parecida en su carrera y la consigna bien podría ser "renovarse o morir". La actriz interpretó al personaje de Lisbeth Salander en la serie de tres películas suecas Millennium, basadas en la saga literaria homónima de Stieg Larsson. El rol fue su pasaje a la popularidad. La ruda hacker superdotada tiene en el mundo entero el rostro anguloso y el cuerpo fibroso de esta actriz de 1,63 de estatura.
El próximo jueves se estrena en Chile la segunda parte de la trilogía (La chica que soñaba con un fósforo y un bidón de gasolina) y, aunque Rapace estuvo en el último Festival de Venecia promocionando el drama familiar Beyond, no puede eludir a Lisbeth Salander. "Creo que he oído hablar de ella. Es difícil de carácter, ¿no?", ironiza. "Para mí, lo más importante es estar siempre en movimiento, cambiar de piel. Por eso pasé de Millennium a Beyond, donde soy una madre de familia", explica.
El embrujo de Millennium, sin embargo, parece haberla poseído y las ofertas de Hollywood son, invariablemente, de mujeres fuertes e independientes. Como Lisbeth.
Hace poco se incorporó al rodaje de Sherlock Holmes 2, donde hará de una tenaz gitana francesa que acompaña a Holmes (Robert Downey Jr.) y Watson (Jude Law) en sus aventuras detectivescas. A la vuelta de la esquina está, además, su eventual participación en la precuela de Alien, a cargo de Ridley Scott, en la que sería la teniente Ripley, modelo fundacional de la mujer fuerte en Hollywood.
En la trama de Millennium 2, Lisbeth Salander retorna de unas vacaciones en el Caribe y, ya en Estocolmo, es sindicada como sospechosa de asesinar al sádico abogado que, además, es su tutor legal. Convencido de la inocencia de la chica, el periodista Mikael Blomkvist va en su ayuda. Al mismo tiempo, él busca desentrañar un oscuro caso de comercio y tráfico sexual.
¿Le gustaban las novelas de Stieg Larsson antes de hacer las películas?
Absolutamente. Había leído la trilogía entera. Larsson podía pasar 10 ó 20 páginas describiendo al personaje de Lisbeth Salander, pero cuando uno hace una película la cosa es muy diferente. Una de las grandes frustraciones es no poder verbalizar el comportamiento de esta chica en la pantalla.No habla mucho. Por eso, uno de mis pasajes preferidos es hacia el final, cuando se entrega y confía en Mikael, el periodista.
¿Cuál es su relación con el personaje a estas alturas?
De amor y odio. Me llevo con ella de la misma forma que conmigo misma: a veces la quiero y a veces la detesto. Tengo claro que la mayoría de la gente sólo me conoce por Lisbeth y he aprendido a vivir con ella. Pero creo que ahora puedo abandonar al personaje con más facilidad que antes. Decirle: '¡Basta, déjame tranquila!'. Tengo menos miedo al conflicto".
¿No teme al encasillamiento?
Todo se mueve muy rápido en este negocio: Lisbeth pasará y yo seguiré ahí. Por esta razón quiero diversificarme.No me gusta repetirme a mí misma de película en película.
¿Aún practica el kickboxing que su personaje aplica en la serie?
Sí, es como un vicio. Hace poco estuve en una película noruega y el director me pidió que parara de hacer kickboxing todos los días. No quería que dejara a nadie sangrando en el set (risas). Es una costumbre que tomé cuando me preparé para Millennium y no la pude dejar. Pero para esta otra película tuve que ponerme en carácter y dejar de andar lanzando patadas a cada rato.
Muchos pensaron que usted era la única alternativa para reinterpretar el rol en la versión estadounidense que actualmente filma David Fincher.
Bueno, eso me halaga bastante. Es curioso, porque tras hacer a Lisbeth creí que la gente me iba a odiar. No es precisamente una chica tierna.
¿Tiene expectativas con la versión de Hollywood?
David Fincher es uno de los grandes y creo que hará un muy buen trabajo. Pero por lo que a mí respecta, trato de cerrar los ojos y taparme los oídos para no saber más del tema. Lo mismo me sucedió cuando se estrenó en Europa la primera de nuestras películas (Los hombres que no amaban a las mujeres): me encerré en una burbuja e intenté no tentarme leyendo periódicos o blogs acerca del personaje o de mí. Si lo hacía no podía concentrarme en el trabajo. Luego tuve que enfrentar las entrevistas y las conferencias de prensa y fue realmente duro. Me acuerdo de la primera vez que tuve que hablar de Lisbeth y no sabía qué decir: es demasiado difícil para un actor explicar cómo son las emociones de un personaje.
La serie de películas Millennium (cuya tercera parte llega a Chile en enero) se basa en las novelas que el periodista sueco Stieg Larsson (1954-2004) escribió entre 1990 y 2004 en sus ratos libres: de noche o de madrugada. Comenzaron a ser publicadas tras su repentina muerte y hasta el momento se han vendido 27 millones de copias, transformándose en uno de los grandes fenómenos editoriales del nuevo milenio.
Todas tienen de protagonistas al periodista Mikael Blomkvist y a la hacker Lisbeth Salander, dos héroes de trinchera que descubren y resuelven oscuros casos de corrupción en la sociedad sueca. Criada en Islandia y Suecia, Noomi Rapace es hija de padre español (su apellido original es Durán) y madre sueca. Esta dualidad le permite una mirada distante y hasta crítica sobre su propio país.
¿Cree que las ficciones detectivescas de Larsson tienen un asidero real?
Sí. Suecia no es como se ve. No creo que nuestro sistema judicial, por ejemplo, funcione tan bien como quisiéramos. Como en cualquier parte del mundo, serás más afortunado sólo en la medida que tengas más dinero.
¿Cree que Suecia guarda secretos y esconde cosas?
Más bien creo que la gente no se expresa como debiera. Los suecos son demasiado diplomáticos. Se supone que todo debe ser muy correcto, que nadie puede mostrarse absolutamente enojado ni cansado ni feliz. No es bien visto compartir los sentimientos: si alguien se pone a cantar en la calle, inmediatamente piensan en llevarlo al hospital. Quizás es por mi mitad española, pero a veces es como vivir en una prisión. Y me imagino que para un inmigrante (y sé que hay muchos chilenos) debe ser difícil. Yo misma me he sentido una marginal.
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