Tesoros de la China imperial se revelan por primera vez en Chile

<P><I>La Ciudad Prohibida, en Beijing, estuvo cerrada al mundo por 500 años. Es el más poderoso símbolo del pasado dinástico chino, y llega al Centro Cultural La Moneda en una muestra de joyas, pinturas, trajes y textiles.</I></P>




n 1987 Bernardo Bertolucci filmó una de sus películas más grandiosas. El último emperador ganó nueve premios Oscar, incluyendo Mejor Película y Director. Fue la primera cinta rodada en la Ciudad Prohibida de Beijing y difundió el esplendor de la China imperial. Levantada en el siglo XV, este conjunto de palacios amurallado, que alberga 980 edificios y ocupa 720 mil metros cuadrados, fue la residencia de 24 emperadores y se mantuvo cerrado a los ojos del mundo por 500 años, hasta 1911, cuando la revolución derrocó al régimen y Puyi, el último emperador, abdicó al trono.

Una muestra de la riqueza y grandeza de la ciudad de los palacios llega ahora al Centro Cultural La Moneda (CCPLM). La Ciudad Prohibida, China Imperial se inaugura mañana y abre a público este sábado, con casi 300 piezas traídas directamente desde el Museo Nacional del Palacio, que administra el conjunto. En su mayoría son tesoros de las dinastías Ming (1368- 1644) y Qing (1644-1912).

Por primera vez en Chile, la muestra revelará algunos de los secretos mejor guardados de la residencia de los emperadores.

La idea surgió cuando Alejandra Serrano, directora del CCPLM, negoció la exposición Guerreros de Terracota, presentada en 2009. Entonces visitó dos veces la Ciudad Prohibida y de inmediato la sedujo por ser un ícono cultural de gran atractivo. "Hace tres años llegó el agregado cultural de China a presentarse. El estaba casado con una curadora del museo de la Ciudad Prohibida y con ella empezó a gestionarse este proyecto", cuenta Alejandra Serrano.

Lo que en un comienzo parecía inalcanzable por los altos costos empezó a levantarse gracias a la opción de que fuera parte de un programa de actividades con las que China conmemora su relación con América Latina.

Centro político y religioso, la Ciudad Prohibida representó también el ombligo del universo y el punto de encuentro de lo terrenal con lo celestial para la cosmovisión china. Para dar forma a la muestra se convocó a un equipo multidisciplinario de primer nivel, para desarrollar la museografía, gráfica y conservación de cada pieza. "El mayor desafío de esta exposición ha sido lograr transmitir la complejidad de la Ciudad Prohibida y el sentido de la vida imperial representado a través de la dinastía Qing", dice Macarena Murúa, coordinadora de exposiciones del centro cultural. "Toda la arquitectura de la ciudad está condicionada por conceptos que rigen cada uno de sus espacios, destinados para actividades y personajes específicos que conforman la vida imperial. Asimismo, todos los objetos están cargados de simbolismos que es necesario explicar al público para que logren comprender la profundidad de la filosofía oriental, la prolijidad de su factura y la nobleza de sus materiales".

El trayecto parte en la Sala Andes, donde se despliega la magnificencia del reinado de Qianlong (1711-1799), de la dinastía Qing, considerado el emperador por excelencia, quien destacó además como erudito, literato y coleccionista de arte y antigüedades. Por lo mismo, se transforma en el protagonista de la exhibición, representado con la indumentaria imperial, su trono y el sello imperial. A su lado está el retrato de su concubina favorita, Ling, de quien se muestran -en su calidad de emperatriz Xiaoyichun- elaborados trajes y joyas tradicionales de la corte.

En la Sala Pacífico se cuenta la vida del emperador y las emperatrices, a través de diferentes piezas que dan cuenta del aprecio por la cultura, las antigüedades, la ciencia y las innovaciones traídas desde Occidente. Por medio de los trajes de seda, finamente confecionados, y delicados ornamentos, se accede al misterioso mundo femenino de las concubinas y se vislumbran los momentos de ocio de la familia imperial, sus juegos, celebraciones, y el tradicional mundo del té.

Para finalizar se encuentran múltiples figuras religiosas, pertenecientes a cientos de creencias, que representan las variadas etnias presentes en este enorme territorio unificado bajo el mando del emperador chino.

Una colección magnífica y potente, llena de significados milenarios que nos aproximan a los misterios de Oriente, y que a la vez invita a explorar los límites de la mirada occidental. "Esto, en el fondo, es un tesoro, y para poder salir necesita autorizaciones de quienes están a cargo. Nosotros traemos, para los chilenos, las cosas más preciadas de los países con los que interactuamos, porque estas cosas corresponden a lo que más valoran, lo que más cuidan, por eso que es tan delicado todo", dice Alejandra Serrano.

Muestras como ésta o la exitosa exposición anterior sobre Egipto, que llevó a más de 500 mil personas, acercan al público a culturas milenarias y provocan un impacto en el medio. "Invitan a una reflexión, que cada uno tendrá en una profundidad distinta, dependiendo de la sensibilidad. Lo que nosotros traemos, estas grandes exposiciones, contribuyen de manera relevante a desarrollar el capital cultural. Estas obras que son patrimonio universal motivan a pensar de manera más profunda, más humana, y eso es lejos el mejor de los aportes que podemos hacer", remata la directora del centro cultural.

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