Testimonio por Alicia Droguett Lorca

<br>




Señor director:

Resuena en mis recuerdos de niño el furioso golpeteo de las teclas de las antiguas máquinas de escribir Underwood.  Mi madre, en el living de la casa, sentada frente al computador de entonces, escribiendo el dictado de mi papá quien, además de dirigir  La Tercera de la Hora -como se llamaba entonces- era columnista político en tiempos turbulentos para Chile.  Era pasada medianoche.  Los diarios cerraban tarde, muy tarde.  Yo, despierto, atento a cuál era la noticia que tanto golpeaba mis oídos.

Mi mamá sabía de periodismo.  Muy joven se convirtió en ardiente hincha de Colo Colo y escribió páginas y páginas de artículos deportivos narrando los éxitos y fracasos del indio por toda América Latina. La Tercera, su segunda casa, acogió sus escritos entusiastamente.  Miles de seguidores le escribían a mi madre para que les diera más detalles, de Colo Colo y de sus adversarios.

Crecer en casa de periodistas fue una enriquecedora experiencia.  Tanto que, después de estudiar ingeniería civil cursé tres años de periodismo en la UC, lo que mi padre y madre no estudiaron porque en aquella época -década de los 50- los periodistas nacían por profunda vocación.

Hasta pocos días antes de su muerte, mi mamá nunca dejó el computador, la nueva y potente Underwood, para informarse de lo que ocurría en todo el mundo y para escribirles mails a sus nietos y bisnietos llenos de cariño y sabios consejos.  Conmigo, que vivía con ella, era más práctica: me mandaba por mail la lista del supermercado.

Con la ida al cielo de mi mamá concluye una gloriosa y sacrificada etapa del periodismo chileno.  No tenían horario. Las noticias llegaban por télex o cable en cualquier momento y había que reportear para golpear a la competencia antes que las prensas comenzaran su labor de imprimir las noticias que al día siguiente alimentarían lo que hoy llamamos opinión pública.

Estoy seguro que mi madre quería que escribiese este testimonio en favor de todos los periodistas de aquella época, forjadores de un estilo de periodismo libre y contundente que informó y creó opinión en una época de fuertes cambios políticos en nuestra patria.  Pero siempre, a pesar de los enormes abismos ideológicos que nos separaban a los chilenos, escribieron e influyeron con una gran amistad cívica.  Recuerdo en el living de mi casa a periodistas conversando con personajes tan disímiles como Volodia Teiltelboim, Secretario General del Partido Comunista, y Sergio Onofre Jarpa, presidente del Partido Nacional. Es un ejemplo que Chile hoy necesita urgente: paz y amistad cívica, buscando lo que nos une, sin renunciar a las posturas legítimas de cada uno.

Adiós mamá.
Carlos Gómez Droguett

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.