Theo Jansen, el holandés que da vida a gigantes insectos de playa

<P> De visita en Chile, el escultor habló de sus criaturas de tubos plásticos que se mueven con el viento.</P>




Por años, Theo Jansen (63) se dividió entre la ciencia y el arte. En los años 60, inspirado por un maestro de secundaria, el holandés entró a la Universidad de Delft decidido a dedicar su vida a la física. Tras un par de años abandonó los estudios para ser pintor: "Fue mi época más hippie", recuerda. En 1986 leyó el libro El relojero ciego, del científico Richard Dawkins, que trata sobre la selección natural, y tuvo una gran idea: mezclar ciencia y arte para producir sus propias formas de vida.

El resultados son gigantes criaturas hechas con tubos de plástico flexible y cinta adhesiva, capaces de moverse como si fueran verdaderos insectos gracias a la fuerza del viento y la arena de las playas, lugares donde Jansen realiza sus obras.

Tras 15 años de trabajo, las obras de Jansen ganaron fama: ha expuesto en varios museos de Europa, los registros en video de sus animales tienen millones de visitas en YouTube, la cadena inglesa BBC le ha dedicado reportajes y réplicas en miniatura de sus creaciones se comercializan como juguetes en Japón. Además, en 2005 se convirtió en rostro de la marca de autos BMW: protagonizó un comercial donde plantea que "las barreras entre el arte y la ingeniería existen sólo en nuestra mente".

El holandés estuvo la semana pasada en Chile, invitado al lanzamiento de la Bolsa Climática de Santiago, una iniciativa de Celfin Capital y la Fundación Chile que incentiva a las empresas a desarrollar proyectos ecológicos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y CO2. Según el mismo Jansen, vino al país "para transmitir a la gente que es posible trabajar sólo con el viento".

A fines de los años 80, el artista holandés partió modelando sus criaturas en computador, primero en forma de algoritmos matemáticos. Pronto saltó a la playa para poner en práctica la teoría. Así fabricó los llamados Strandbeest (bestias de la playa), mezclas de insectos y animales prehistóricos que no requieren de tecnología avanzada para cobrar vida. "Me obsesioné con estas criaturas. Al principio sólo quería que funcionaran, hoy sueño con que sobrevivan ellos mismos, por la simple acción de la naturaleza. Se ha logrado, de cierta forma. Ahora veo cómo se multiplican en internet, a través de videos de profesores y gente común que hace sus propios strandbeest", dice Jansen, quien trabaja en solitario cada primavera en las playas de Holanda o del sur de Inglaterra.

Cuando ha hecho exposiciones, como en la galería Akinci de Amsterdam, en 1996, o en el Museo Central de Rotterdam, en 2000, Jansen muestra "fósiles", sus animales en estado de reposo, y otros "vivos", accionados por bombas de aire artificiales. "Nunca he querido ponerles motor o circuitos eléctricos; todo eso falla. En cambio, el viento siempre está; así, mis animales duran por siempre", afirma el escultor.

Obsesionado con entender el sentido de la vida, el holandés ha logrado armar su propio sistema evolutivo: ya va en la séptima "generación" de criaturas, a las que ha bautizado con nombres científicos, como Animaris sabulosa, figura que hunde su nariz en la arena para anclarse y permanecer en pie, o Animaris rhinozeros, capaz de transportar pasajeros en su interior. "Ahora trabajo en una nueva bestia que mueve su cabeza según la dirección del viento. Sin duda, mi parte favorita es cuando trabajo en la playa, armo el animal y logro que se mueva. Es muy emocionante, siento cómo de verdad la vida fluye", concluye.

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