Tickets para conciertos locales consolidan venta por internet y alistan nuevos métodos

<P>Un porcentaje mayor de los casi 12 millones de boletos que se venden al año se adquieren por la web.</P>




La escena es característica en el despertar de los megaeventos locales: largas filas de fanáticos al acecho de una entrada en puntos de venta escasos y precarios. Es cierto que aún hay postales de pánico y locura en Santiago por conseguir un boleto para el espectáculo más apetecido de la temporada. Pero ahora también asoman diferencias categóricas: esa misma vigilia se libra frente a un computador, y con atochamientos que colapsan software y alteran sistemas nerviosos. Ya no sólo hay casetas limitadas donde se imprimen tickets; por el contrario, la posta la ha tomado una industria creciente que amplió su oferta y sus métodos de entrega a la par con los numerosos artistas que llegan a la capital.

¿Qué sucedió en el camino? Desde que en 1997 la firma Ticketmaster aterrizó como pionera, el rubro se empezó a posicionar como uno de los más rentables en el mercado de la música, hasta establecerse como un nicho habitual, capaz de inaugurar un nuevo léxico que habla de cargos por servicio o E-Tickets, salpicado a momentos por la polémica, tal como pasó en agosto con la preventa de Lollapalooza.

Hoy en el país funcionan cinco ticketeras de diverso origen -nacional y foráneo-, las que están consagradas tanto a recitales como a musicales, partidos de fútbol o iniciativas dedicadas a un público puntual (Salón del automóvil, ferias gastronómicas). Para 2013 se proyecta que algunos recintos de la capital tengan su propia ticketera.

Como promedio, todas las empresas comercializan de 11 a 12 millones de entradas por año, con cerca de un 10% perteneciente sólo a espectáculos musicales. Ahí, el negocio está casi exclusivamente en el siempre cuestionado cargo por servicio. "Este concepto es el ingreso y porcentaje que le corresponde a la productora por prestar el servicio de venta y distribución de tickets. Y aquí se paga el local que uno levanta para ello, los vendedores, la logística, el material, la seguridad", enumera Matías Amenábar, director comunicacional de Puntoticket, firma iniciada en 2006 con capitales chilenos y que hoy comercializa Luis Miguel, Maquinaria y Lollapalooza.

"Si no hubiera cargo por servicio, este negocio no serviría de nada. Mientras más complejo el show, más puede subir, porque la productora necesitará habilitar más plataformas para vender entradas. No es lo mismo un Caupolicán que un Nacional", acota Carlos Valdivia, gerente general de Ticket Pro, licencia adquirida en República Checa por empresarios chilenos dedicados a la exportación de salmones, que sólo suma a Canadá como su otra experiencia foránea y que hoy vende shows locales y partidos de la Selección.

Los cargos

En el país, el monto que productoras y ticketeras han acordado para el cargo por servicio va del 5% al 18% sobre el precio de la localidad. Por ejemplo, el desembarco de Lady Gaga, fechado para el 20 de noviembre, oscila entre un 6% y un máximo de 15%. Eso sí, para su escala en Buenos Aires, el ítem alcanza un 16%, mientras que en Ciudad de México es de hasta un 24%. En su actual gira europea, los cobros extra se alzan hasta 19%. Pese a contar con costos bajos en comparación con otras latitudes, la empresa encargada de las entradas puede ver ingresos superiores a US$ 1,5 millón sólo por un recital como el de ella.

En otros conciertos de menor convocatoria, como Gilberto Gil o José Luis Perales, los cobros extra llegan al 11%. Según ejecutivos, estos gastos deben correr por cuenta del público, ya que, en el caso que los solventaran los propios productores del espectáculo, las entradas serían más caras. "Ese porcentaje se terminaría sumando al ticket sin decir que es un extra. Sería lo mismo y el negocio sería algo poco transparente", se defienden a coro.

Otro punto que los une guarda relación con la modalidad de ventas: si en los 90 la irrupción de las ticketeras sólo apostaba al trato telefónico, hoy la compra online escala sin contrapesos. "En los últimos tres a cuatro años, la participación de internet es cada vez más fuerte. Para allá van los grandes mercados y también los compradores chilenos", asume Erik Matsukuma, gerente de Ticketek Chile, empresa nacida en Australia, hoy la de mayor presencia en Sudamérica y que en enero nació desde la histórica Ticketmaster. Aunque depende del evento y de la corporación, los involucrados estiman que un 60% de las entradas en Chile se comercializan a través de internet.

Para potenciar aún más ese flujo, gran parte de las firmas alista un golpe que podría detonar un antes y después en el sistema local: el despacho de la entrada al propio mail del comprador, con el objetivo de que pueda imprimirlo desde su propia casa y presentarlo el mismo día del evento, dinámica conocida como E-Ticket y ampliamente usada en Estados Unidos. Aquí, sólo Ticket Pro y Dale Ticket -la más reciente y propiedad de los mismos dueños del canal Vía X- ofrecen ese formato. En tanto, Ticketek y Puntoticket anuncian que lo tendrán en los próximos meses.

Entre las aprensiones más comunes para operar con E-Ticket está la inversión que se debe destinar a un software que detecte la falsificación de entradas fotocopiadas y la poca costumbre del público local a una instancia donde el boleto es sólo un papel impreso.

Feriaticket, otro de los nombres que domina el mercado y bajo el alero de Feria Mix, aún se mantiene distante. "Lo físico sigue siendo nuestro aval, porque ahí también hemos potenciado nuestra tradición", dice Hernán González, gerente de Empresas Feria. Distintas miradas para un nicho cada vez más ambicionado.

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