Tom Jones: "Muhammad Ali me contó que las primeras palabras de su hija fueron 'Tom Jones'"

<P>El Tigre galés habla con <B>La Tercera</B> de su show del 8 de septiembre en el Caupolicán y de sus 50 años de carrera. </P>




Tom Jones (76) obsequia esa risilla nerviosa que siempre acompaña al pudor, típica de los adultos cuando observan imágenes de juventud con cortes de pelo olvidables, look según imponía la moda de hace muchísimas décadas y poses de varón abultado de testosterona.

"Esa foto nunca se había mostrado antes", precisa, en conversación telefónica con La Tercera, cuando se refiere al retrato que exhibe la carátula de su último disco, Long lost suitcase (2015): una instantánea de 1964 pocos meses antes que el estrellato cambiara para siempre su vida, apoyado sobre una pared de ladrillos con chaqueta de cuero, jeans ajustados y mirada despreocupada.

"Es de la primera vez que fui a Londres, es la época en que empezó todo. Ni siquiera había grabado It's not unusual, que fue mi primer hit. Tenía 24 años. Esa foto la encontramos en una maleta, se guardó durante años, y conectaba con el espíritu del álbum, donde rescatamos canciones del pasado. No puse ninguna objeción para que se mostrara, pese a que nunca nadie la había visto".

¿Extraña algo de esos años?

No, no los extraño. Estoy feliz de haberlos vivido. Cuando estaba en mi natal Gales y trabajaba en una fábrica, conocí a un hombre que me dijo: "supe que tú sabes cantar. Si es así, debes intentarlo con todo, porque después uno se hace viejo, como yo, y es en esta época donde se hacen los recuerdos. Asegúrate que los tuyos sean buenos, asegúrate de no tener remordimientos". Mucha gente vive toda su vida lamentando una oportunidad que no aprovechó. Yo no, lo hice y he tenido una vida maravillosa. Hoy estoy en una etapa de mi vida en donde reflexiono mucho más sobre estos temas, por ejemplo pienso en cuando conocí a Elvis o cuando en 1965 vi a The Beatles ensayar en un programa. ¡Yo estaba ahí!

Usted también fue algo así como un testigo de la historia.

Claro, porque cuando eres más viejo, giras hacia atrás y te preguntas '¿pero qué fue todo eso?'. Es tremendo. Pero no siento nostalgia por esos años. Los atesoro mucho, Dios ha sido muy bueno conmigo, pero aún sigo activo, con una voz poderosa.

¿Imagina la idea del retiro?

No, no, ¡no! Aún tengo una excelente salud. O sea, ya no hago tantos shows como solía hacer, la carga laboral es mucho más suave que cuando era joven, pero si aún sientes un fuego interior que está ardiendo, debes seguir. Lo que más me gusta es cantar en vivo, estar con la gente, ¿por qué voy a parar? Eso me satisface mucho. Y no me siento en absoluto cansado.

Es evidente que Thomas Jones Woodward, personificación del sex symbol viril en el pop de los 60 y capaz de adquirir distintas vidas artísticas en las décadas sucesivas, encara el último cuarto de su existencia bajo un suspiro revisionista. Su último título es el punto final de una trilogía de discos inaugurada en 2010 -con Praise & blame- y donde, junto al productor Ethan Johns (Paul McCartney, Kings of Leon), reversiona antiguas composiciones de autores como Bob Dylan, Paul Simon y Leonard Cohen, de quien refacciona Tower of song, esa pieza que casi como un simbolismo empieza así: "Bueno, mis amigos se han ido/ y mi pelo está gris".

"Esa frase hoy es algo real para mí, es mi vida actual, es como si la hubiese escrito yo. Intenté buscar canciones que tuvieran significado", recalca Jones. "Cuando era joven, todo lo que canté tenía grandes arreglos o efectos, pero esta vez me enfoqué sólo en mi voz y mi personalidad. Muchas veces era sólo yo y mi guitarra. Quería tener la sensación de volver a lo básico".

Usted sabe de reinvenciones: en los 80 su carrera se reactivó por el cover de Kiss, de Prince. Con estos discos, ¿intentó lo mismo?

Así es, trato de no quedarme estancado y no repetirme. Por ejemplo, si cantas en vivo, presentar tus éxitos de la misma forma en que los grabaste es no avanzar. Hay que expresarse de manera distintas en los arreglos o la voz, no puedo pretender actuar como lo hacía antes, ya no soy un jovencito. Asumo que soy mayor, pero igual la gente se me acerca y me dice: "Te amo Tom, porque eres muy honesto, nunca has intentado ser alguien que no eres". Y esa es mi idea, que nunca la gente diga "¿qué está tratando de hacer este viejo gordo? (se ríe)".

Es probable que nadie que aparezca el 8 de septiembre por el Teatro Caupolicán mastique tal improperio. Más bien, asistirá al nuevo cara a cara entre el galés y Chile, fortalecido desde ese histórico debut en el Festival de Viña de 2007. Ahí, la audiencia no sólo verá su cabello mucho más gris, sino que también sabrá que sus amigos ya se han ido: Tom Jones fue la gran amistad artística que tuvo el fallecido Muhammad Ali.

"Pude conocerlo muy bien. Aunque cuando nos presentaron en 1968 no estaba boxeando, porque le habían quitado la licencia por no ir a Vietnam, fue sorprendente conocerlo como ser humano. Me contó que las primeras palabras de su hija mayor fueron 'Tom Jones', porque siempre se sentaba con ella a ver mi show en TV. Por eso pidió conocerme. Nos hicimos muy amigos, fui a apoyarlo en todas sus peleas en Las Vegas, donde pasábamos mucho tiempo por nuestros compromisos laborales".

¿Cuándo fue la última vez que habló con él?

Fue poco antes que muriera, también en Las Vegas, y pude notar que estaba envejecido, que ya no era el mismo de antes, por lo que su muerte no fue ni repentina ni sorprendente. Es maravilloso que haya vivido la vida que tuvo, era muy divertido, le encantaban los chistes. Es de esas personas que entran a tu mundo y se hacen inolvidables.

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