Tom Zé: "No me interesa la música pop, no me aporta nada"
<P>El solista de 79 años habla con La Tercera de su primer show en Chile en febrero. </P>
A fines de los años 80, deprimido y hastiado de la escasa respuesta que tenían sus últimos discos en Brasil, Tom Zé volvió a su Irará natal para trabajar en la bomba de bencina de su sobrino. Dos décadas después de erigirse como el autor más original y creativo del tropicalismo, el movimiento cultural que impulsó junto a Caetano Veloso y Gilberto Gil a fines de los años 60, el solista bahiano había decidido abandonar la música, ignorado por un público que parecía haber perdido el interés en sus temas experimentales y sus mensajes crípticos.
Fue entonces cuando comenzó el segundo capítulo en la carrera de Zé, luego que su emblemático disco de 1976 Estudando o samba llegara a manos de David Byrne. El músico escocés, quien vivía sus últimos años junto a Talking Heads, se obsesionó con el trabajo del brasileño durante una visita a Río de Janeiro y terminó fichándolo para su recién creado sello Luaka Bop. Ahí todo cambió para Zé: venerado por músicos indie del primer mundo y redescubierto por sus propios compatriotas, el solista volvió en las últimas dos décadas a los álbumes de estudio y ha emprendido giras por rincones a los que nunca imaginó llegar, entre ellos Chile.
"Si estoy hablando con un diario chileno en este momento, si voy a dar ahora a mi primer show allá, todo es gracias a David Byrne", asegura Tom Zé desde Sao Paulo, antes de su presentación en la próxima versión del festival Womad, que se relizará en Recoleta entre el 12 y el 14 de febrero. Allí, el músico de 79 años, considerado por muchos en su país como "el primer punk brasileño" -pese a que niega tajantemente esa idea- mostrará diversos temas de sus más de veinte discos, entre ellos el último, Vira lata na Vía Láctea (2014).
¿Qué espera de esta primera visita a Chile?
Es una alegría inmensa poder ir a tocar a Chile por primera vez. Pero al mismo tiempo da algo de tristeza, porque uno se da cuenta que en Brasil no conocemos nada del resto de América Latina. Lo único que recuerdo de Chile son los discos de Violeta Parra que estaban en mi casa cuando era un adolescente.
¿Nunca antes hubo una invitación formal para venir a Santiago?
No. Al único país que fui fue Argentina, donde he tocado dos o tres veces. Aquí me llaman de Europa día y noche pero me he resistido a ir para allá porque son viajes muy largos y yo ya tengo 79 años. Pero como esta vez era para conocer Chile, terminé accediendo.
Su último álbum de estudio está muy centrado en temas como la tecnología y la juventud actual. ¿Por qué le interesan esos temas?
A mí me interesa particularmente la ética de esta nueva generación. Volvieron a interesarse por la ética, por la responsabilidad social, y yo desde mi infancia en Irará que no escucho hablar de ética. Por lo mismo decidí trabajar este disco con muchos artistas nuevos de Brasil, a través de ellos me entero de lo que buscan los jóvenes. Eso sí, no sé qué está ocurriendo actualmente con la juventud chilena, no tengo idea. No se divulga mucho qué está pasando en otros países de América Latina y ese es un tema que está presente en el disco: que cada nación del mundo tiene sus propios problemas, cada loco con su tema. Hay gente diferente en cada lugar y eso cambia la forma de interpretar el presente. Acá en Brasil, por ejemplo, se consume todo lo que sea en inglés, mientras que las cosas en español son rechazadas y demoran más en llegar.
¿Es muy distinta la juventud actual brasileña a la de fines de los 60, cuando nació el tropicalismo?
Son muy diferentes. El mundo que se presenta ahora tiene otro tipo de fisonomía. Estamos en el momento de producir, de generar una reacción a ese mundo que se presenta hoy, un mundo de tecnología, de comunicación de masas. Yo en 2012, de hecho, lancé un disco llamado Tropicália lixo lógico, que intenta contar la historia desde el punto de vista de cuando nosotros éramos jóvenes, los tropicalistas, cuando brasileños, chilenos y argentinos teníamos más en común. En Brasil no se sabe realmente cómo fue la juventud de los tropicalistas, todo el mundo consume la música de esa época pero no tiene la menor idea de cuáles fueron nuestras influencias o qué nos llevó en esa dirección.
¿Y cuál es la música que le interesa escuchar ahora?
Como fui educado en un mundo más bien erudito escucho mucha musica clásica. No quiero sonar snob, no me malinterpretes... Borges decía que el principal deporte de Argentina no era el fútbol sino que el snobismo, y en Brasil ocurre lo mismo. Yo ahora estoy escuchando mucho los últimos trabajos de Beethoven, esos cuartetos que nunca suenan mucho en la radio porque son difíciles de digerir. Ahora las FM brasileñas sólo están tocando David Bowie.
¿Tuvo la oportunidad de conocer a David Bowie o de escuchar su música?
No conocí a David Bowie, él fue un artista pop y no me interesa la música pop, no me da ninguna información, no me aporta nada.
En los últimos años la música brasileña de mayor éxito en Chile ha sido el axé, que en realidad allá es el funk carioca. ¿Qué opinión tiene de esas canciones?
Es una música vigorosa, muy fuerte, de una juventud que no ha tenido acceso a una vida digna y que viven en condiciones precarias. Me parece bien esa música que termina siendo una especie de rebelión, una respuesta a su condición de segregados.
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