Tras un siglo, vuelve la ópera francesa Lakmé
<P>Teatro Municipal reestrena la obra de Léo Delibes, que sólo se representó en Chile en 1904. </P>
La única vez que se representó en Chile fue en 1904, por lo que su regreso luego de 110 años, como tercer título de la temporada lírica del Teatro Municipal de Santiago, tendrá casi carácter de estreno. Fiel exponente del orientalismo, esa fascinación de las artes europeas por lo exótico en las culturas asiáticas, la ópera Lakmé, del compositor francés Léo Delibes, volverá a representarse a partir del próximo sábado 5.
Estrenada en París en 1883, se ambienta en la India de fines del siglo XIX, en plena colonización británica. Su historia de amor prohibido entre Lakmé, una sacerdotisa del dios Brahma, y el oficial inglés Gérald, ofrece el clásico enfrentamiento entre dos mundos muy diferentes entre sí, resaltado por una bella y colorida partitura de un autor muy conocido en su época, a quien hoy se recuerda sólo por su música para el ballet Coppélia (1870).
Lakmé tiene dos números musicales cuya fama ha superado los ámbitos operísticos: el "aria de las campanas" de la protagonista, que exige arduas agilidades, agudos y sobreagudos, y el "dúo de las flores" que ésta canta junto a su sirvienta Mallika, y que ha aparecido desde en una publicidad de British Airways de 1989 hasta en un episodio de Los Simpson. Y sin embargo, rara vez se representa fuera de Francia: en el MET de Nueva York no se da desde 1947, y el Colón de Buenos Aires desde 1931.
Las funciones en el Municipal estarán comandadas en lo escénico por el director teatral francés Jean-Louis Pichon, quien ya ha dirigido cinco montajes en ese escenario, la más reciente Romeo y Julieta (2013). "Si Lakmé no se representa a menudo no es por la calidad de la obra, sino por la dificultad de encontrar a los dos protagonistas", comenta el régisseur. "Ella debe ser una soprano con una voz lírica, pero que en su aria de las campanas pueda convertir su canto en una verdadera pirotecnia vocal, así como el rol del tenor, Gérald, también es exigente, porque es lírico y por momentos ligero, pero tiene instantes más apasionados que exigen mayor peso vocal. Por eso esta ópera sólo se hace cuando los teatros están seguros de tener a una Lakmé y un Gérald que cumplan con las exigencias".
Acompañado por el tenor canadiense Antonio Figueroa, el elenco internacional estará encabezado por la soprano rusa Julia Novikova, quien desde que ganó el concurso Operalia de Plácido Domingo, en 2009, ha cantado en el Covent Garden de Londres, la Opera de Viena y el Festival de Salzburgo. "La conocimos en el Operalia, donde ganó precisamente con el "aria de las campanas"; es una artista muy sensible, y su voz se ha vuelto más corpórea", dice Pichon.
El director musical será el chileno Maximiano Valdés, quien no dirige ópera en el Municipal desde 2005, cuando estrenó Diálogos de carmelitas de Poulenc, que fue el debut también de Pichon en el país.
Pichon adelanta que el montaje no será excesivamente "orientalizado": "En lugar de una reconstitución exacta de la India, desarrollamos un espacio misterioso, mental y espiritual, que rodea a la protagonista y representa su aura. Ya hice dos producciones antes de Lakmé. En China querían algo clásico y convencional; luego la hice en Francia, más abstracta, y acá en Santiago me interesa una visión más minimalista y simbólica".
El diseñador Jerome Bourdin cuenta que predominará el azul, simbolizando a la divinidad y la naturaleza y representando a la India y su gente, mientras los ingleses usarán colores grises.
En 2009 Pichon dirigió en el Municipal un atractivo montaje de otra ópera francesa ambientada en Oriente: Los pescadores de perlas, de Bizet. "Lakmé tiene un contexto histórico más definido, mientras la de Bizet era una especie de leyenda", dice. "En la ópera de Delibes tenemos el sentimiento de superioridad de los ingleses que no pueden desentenderse de sus orígenes y no se han adaptado al país donde viven, por lo que se muestran un poco ridículos y rígidos en sus tradiciones, y también está la rabia y el sentimiento reprimido de revuelta de los indios que se sienten injustamente oprimidos. Y al centro de estos mundos irreconciliables están Lakmé y Gérald. Desde el inicio sentimos que no es posible la unión física entre ellos, pero su sueño va más allá: era una fusión espiritual. La dimensión sagrada es muy importante en esta ópera: Lakmé es casi una diosa, considerada por su padre y ella misma como hija de los dioses".
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