Triestamentalidad universitaria




Señor director:

La derogación del DFL2 que regulaba parte del gobierno universitario parece más un guiño al movimiento estudiantil que un verdadero avance para la modernización de las instituciones de educación superior.

Por años, dirigentes estudiantiles han declarado como requisito imprescindible de la mejora del sistema universitario la participación de ellos en la elección de sus autoridades. Sorprendentemente tal supuesto pareciera haberse aceptado sin haberse exhibido evidencia de tal afirmación.

Quizá la razón es la usual confusión entre lo que debe ser el sano diálogo de todos los integrantes de una comunidad y el suponer que la única forma de diálogo es la votación con cuotas de decisión. Un tema especialmente delicado cuando uno mira los niveles de participación estudiantil y académica en las distintas votaciones de los últimos años. El problema, sin embargo, va mucho mas allá.

Nuestros alumnos son personas en formación y pretender que la energía juvenil es suficiente argumento para olvidar la falta de experiencia y visión de largo plazo pareciera ser débil.

¿Cualquier propuesta de gobierno interno debe responder a cómo se expresa el interés de la sociedad en el mismo? ¿Cómo se interviene una unidad en crisis de calidad? ¿Cómo aseguramos que la calidad y la formación esté por sobre la estabilidad laboral? Enfrentar estos problemas es perentorio para el éxito y futuro de las universidades.

Daniel Espinoza
Académico Ingeniería Industrial, Universidad de Chile

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