Ultimo libro de Mankell narra una historia de mujeres y desigualdades sociales

<P>Escrita en 1982 pero recién traducida, llega <I>Daisy sisters</I>, una de las primeras novelas del sueco. </P>




Conocida es la simpatía por las causas sociales del escritor sueco Henning Mankell (1948). Actualmente dirige el Teatro Nacional Mozambique, en Maputo, una de las ciudades con mayor índice de pobreza del mundo, donde vive la mitad del año; entrega parte de sus ingresos a organizaciones de solidaridad humana y el año pasado estuvo a bordo de la flotilla que se dirigió a Israel para apoyar a los palestinos. Quizás por eso no es raro que en sus inicios como escritor se haya inclinado por escribir Daisy sisters (1982), inspirado en una reunión de mujeres operadoras de grúas celebrada en la localidad de Borlänge, donde se estudiaron los problemas y la situación personal de las trabajadoras en los 80.

El libro se edita ahora, en 2011, en castellano, y en él Mankell persigue, como el sabueso que le gusta ser, la historia de dos amigas suecas, Elna y Vivi, quienes se conocen en el verano de 1941, después de haberse escrito cartas por varios años.

Dispuestas a la aventura, deciden salir en bicicleta a recorrer el país y se hacen llamar las "Daisy sisters", siguiendo la moda norteamericana del momento. A partir de ese encuentro, el escritor estructura una novela en capítulos, que llevan como títulos las décadas en que se desarrolla una trama que finaliza en 1981.

Escrita antes del auge de las novelas negras del detective Wallander, la narración es un antecedente directo del comisario, con personajes que se cuestionan existencias resignadas y lúgubres, siempre tras la búsqueda de una verdad distinta o de un mejor destino. En este caso, Wallander es reemplazado por el empeño de Elna y su hija Eivor, dos mujeres de clase trabajadora, a través de tres generaciones.

Escapar de la ignorancia

La visión de Mankell en Daisy sisters es de un dramatismo sobrecogedor. Las protagonistas del texto son víctimas de reiterados abusos y violaciones, con traumáticas consecuencias, como embarazos no deseados. La imagen masculina que se observa en el libro es oscura. En el texto de Mankell, los hombres permanecen, en general, como individuos alcohólicos, poco aseados, aprovechadores, incapaces de mantener la unión de una familia por sí mismos y de hacer feliz a una mujer. Es quizás esta visión parcial, vista desde lejos y utilizada por el autor para narrar la vida cotidiana, la que le entrega a la obra una mirada sórdida, donde siempre debe sobrevivir el más fuerte. Las protagonistas no tienen remedio y deben crecer, madurar, escapar de la ignorancia y la pasividad hasta convertirse en las únicas figuras capaces de transitar por un camino pedregoso, en una constante búsqueda por el amor y la felicidad, donde es difícil saber lo que puede pasar.

Eivor es la mujer que recibe sobre sus espaldas la herencia de su madre, Elna. Es la encargada de construir en gran parte el sendero narrativo de la novela, donde el autor se pasea atento, observando las mentes de protagonistas que avanzan por la historia de clase trabajadora de Suecia por varias décadas.

Daisy sisters refleja que ya a principios de los 80 se veía a un Mankell preocupado de aspectos sociales, cotidianos, solidarios y afectivos del ser humano. Por esta razón, la obra es tal vez la semilla de las aventuras de Wallander y de todas las narraciones del autor sueco -incluidas las series juveniles y sobre Africa-, que siempre respiran y revelan altas dosis de resignación, dolor sin anestesia, dinamismo y las complicidades generadas entre personajes tristes.

Condenados a vivir un destino ya asignado, donde los pasos parecen marcados por huellas establecidas, los protagonistas de Mankell se desplazan por caminos donde nada es realmente gratuito, y donde la lucha por la superación personal nunca puede ser minimizada y menos dejada de lado.

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