Un cineasta acostumbrado a medirse con la historia
<P>Tom Hooper, el director de <I>El nuevo entrenador</I>, la película con que continúa hoy el Festival de Cine Las Condes, es un hombre con debilidad por el pasado. Y aquí lo reivindica, contando una historia tanto de amistad como de rivalidad. </P>
La tercera película del Festival de Cine de Las Condes, El nuevo entrenador, fue dirigida por Tom Hooper, un realizador no muy conocido por estos lados, pero que, sin duda, en los próximos meses comenzará a sonar debido a que su última película, El discurso del rey, se apronta como una de las favoritas al Oscar en la contienda de este año como mejor película. Todo indica, además, que Hooper debería estar entre los cinco directores nominados.
¿Quién es este señor? ¿Un aparecido, una estrella fugaz o el secreto mejor guardado de la industria?
Lo primero es que Tom Hooper ya tiene bastante trayectoria en el cuerpo. Varias series de televisión y largometrajes lo han ido instalando como un director con mirada definida, algo no tan fácil de encontrar hoy en día. Basta un vistazo a su filmografía para hallar una constante en su cine. Las historias y los personajes entregan una buena carta para identificar a este londinense de 38 años.
Un cineasta con trayectoria
Hijo de un hombre de negocios y de una escritora e historiadora de origen australiano, al parecer su madre tuvo una enorme gravitación en su vida. Tom Hooper recién había cumplido 12 años cuando decidió que lo suyo era el cine. De mente clara y personalidad fuerte, comenzó a dirigir su primer cortometraje cuando tenía 13 años. Ya en la universidad entró al mundo del teatro y dirigió obras de Franz Kafka y Arthur Miller. Claramente, el chico apuntaba alto. En su carrera audiovisual pasó por el mundo de la publicidad, pero de manera inteligente no se dejó seducir por sus cantos de sirena. Tenía claro que esa experiencia sería solo un paso más en su carrera y pronto encontró una oportunidad en la BBC, dirigiendo capítulos de varias series que hoy nadie recuerda demasiado. Pero como el tiempo premia a los pacientes, al menos eso dicen, Hooper pudo cobrar su recompensa. Su primera gran oportunidad le llegó tras el encargo de dirigir un revival de la serie Prime suspect, protagonizada por, nada menos, Helen Mirren. El éxito de esta película para la televisión lo lanzó de inmediato a dirigir su primer largometraje hecho y derecho, no obstante que por apuro o falta de experiencia el resultado no fue de lo mejor.
Red dust era un drama protagonizado por Hilary Swank y Chiwetel Ejiofor, basado en una novela de la sudafricana Gillian Slovo y con guión de Troy Kennedy-Martin. La película trata la vida de Alex Mpondo (Ejiofor), parlamentario en una Sudáfrica post appartheid, torturado por su activismo político. Aunque fue una cinta más bien fría y distante, estuvo claro que Hooper recién estaba comenzando.
Vuelto a la TV, vino después Elizabeth I, nuevamente protagonizada por Helen Mirren. Era una mirada a los últimos 25 años de vida de la Reina Isabel I de Inglaterra. El resultado no pudo ser mejor y la miniserie acaparó todos los premios posibles, incluyendo un Emmy para Hooper.
La suerte ya estaba echada y el camino trazado. La Historia con mayúsculas parecía ser lo suyo. Su siguiente trabajo lo uniría por primera vez con un guionista también obsesionado con el pasado, Peter Morgan, responsable de los guiones de películas como Frost/Nixon, La reina y El último rey de Escocia. El título de la primera cooperación entre ambos fue Longford, un drama basado en la vida del miembro del Partido Laborista Lord Longford y su campaña para lograr la libertad condicional de la acusada de asesinato Myra Hindley. El filme fue otro éxito para Hooper y lo llevó a trabajar para HBO en la miniserie John Adams, que relata la vida del segundo presidente norteamericano. Éxito y premios nuevamente recompensaron la detallada labor del director, quien entregó una visión poco idealizada de los próceres norteamericanos.
La película de hoy
Llega el año 2009 y Hooper une fuerzas otra vez con Peter Morgan para El nuevo entrenador, que se centra en la vida de Brian Clough, el más icónico director técnico de la historia del futbol en Inglaterra. Con una soberbia actuación de Michael Sheen, esta realización es la historia de una amistad y también de una intensa rivalidad. Amistad entre Clough y su mano derecha, Peter Taylor, quien posee un inmejorable talento para reconocer a los principales talentos del deporte. Juntos son capaces de sacar adelante un equipo que se halla en el fondo de la tabla en la segunda división y llevarlo a triunfar en las grandes ligas. La rivalidad se establece entre Clough y Don Revie, entrenador del Leeds United, campeón del fútbol inglés y famoso por utilizar todo tipo de trampas para ganar sus partidos y que, de paso, durante los 60 humilló al equipo entrenado por Clough con un marcador de 4-0.
La película es un relato a horcajadas entre los días cuando Clough y Taylor lograban sus mayores hazañas y los 44 días en los que Clough, esta vez sin su ayudante y mejor amigo, alcanzó a estar a cargo de su némesis, el Leeds United, en una de las peores campañas futbolísticas de la historia del deporte.
Tom Hooper logra en su película un relato cálido e intenso. Sin abandonar una buena cuota de humor y con un ritmo incesante, va construyendo el auge y su posterior caída de este hombre que poseía un ego tan grande como una montaña. Pero una caída no es el fin, es sólo un nuevo comienzo, y los que han estado arriba saben lo que es empezar de nuevo y reinventarse. La película atrapará incluso a los menos adeptos al deporte de las multitudes. La amistad y la rivalidad son temas universales y poderosos, inherentes al ser humano y, por tanto, inseparables de toda existencia. Y en El nuevo entrenador están tratados con especial agudeza.
Para febrero se anuncia el estreno del último trabajo de Hooper, El discurso del rey, basado en la vida del Rey Jorge VI y la relación que sostuvo con el terapeuta que lo trató por su tartamudez. Una vez más, personajes históricos que pueblan la obra de este director que ha sabido encontrar en diferentes pasajes de ésta, el terreno apropiado para construir una obra que, sin duda, pasará a la historia como gran cine.
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