Un país de huachos
SEGUN SE informa, hemos llegado en Chile a un 70% de niños nacidos fuera del matrimonio. La cifra admite lecturas distintas, hasta contradictorias. Hay quienes reparan en que el alza es sorprendente. En los años 60, sólo un 15% de los nacimientos provenía de no casados, aunque ya en 2001 se había llegado a un 50% dentro y fuera del matrimonio. La proporción es más alta que en Brasil, Bolivia, México y Argentina, y muy superior a la de países desarrollados, como Alemania, Italia y España. Si a ello le agregamos que un 22% del total de niños chilenos vive en familias monoparentales y un 9% sin ningún pariente -parecido en eso al Congo-, además de que un 16% de los nacimientos corresponde a madres adolescentes, el fenómeno es preocupante.
Si se consulta a historiadores del tema (Gabriel Salazar, el más conocido, autor del ya clásico Ser niño “huacho” en la historia de Chile, siglo XIX, 1990), la situación, sin embargo, no es inédita. Si bien las cifras oficiales de hace un siglo daban por sentado que un tercio de la población se componía de hijos ilegítimos, en Santiago podría rondar la mitad, y en sectores “marginales” subir fácilmente -especula- hasta un 80%. Por supuesto, a Salazar no le interesan las cifras globales, sino las sectoriales y el efecto de pobreza, abandono, desarraigo: ese es el verdadero escándalo. Por tanto, o nada ha cambiado estructuralmente -seríamos un país de “huachos” desde hace rato, ésta una “longue durée” perversa y sostenida- o estamos frente a una situación muy distinta, independiente de las cifras.
Al progresismo actual, distinto en eso a Salazar, no le preocupa. Que tengamos tanto niño nacido fuera del matrimonio es señal de que éste ya no importa (siempre se supo que era un puro “papel” y ahora es “cosa de ricos”); da igual si se “convive”; las mujeres son más “autónomas”; no habría familias “disfuncionales”, existirían muchos tipos de “familia”; todo ahora sería “normal”; lo que pesarían serían el “género” y los acuerdos de “vida en común”, no así la calidad de las personas reconocidas institucional y legalmente... Chile cambió.
¿Cambió? Lo que les espera a muchos de esos niños que nacen es complicado. En 2010, un 25% de la población entre 15 y 29 años, es decir, un poco menos de cuatro millones y medio, era pobre. Según Bachelet, la mitad de los jóvenes de 19 a 29 no estudia ni trabaja (2014). Me ahorro los datos sobre maltrato, consumo de drogas y conductas delictuales; la de los jóvenes, cualquiera sea su origen, no es una sobrevivencia fácil. Sólo un 28% participa en organizaciones estudiantiles, algo menos en organizaciones religiosas y vecinales. Y cuando se les pregunta en qué creen, no hay encuesta que no arroje un cuadro desolador: confiesan no estar dispuestos a contraer grandes compromisos, sólo un tercio estima que tener una familia estable hace feliz, una mayoría resiente de que Chile sea injusto, y casi la mitad no se identifica con nadie. ¿No incide en todo ello la cifra creciente de hijos no habidos en matrimonio?
Alfredo Jocelyn-Holt
Historiador
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