Un país lector: Cómo lograrlo

<P><span style="text-transform:uppercase">[propuestas]</span> Menos de la mitad de los chilenos leyó un libro el año pasado, solo el 20% lo entendió bien. Expertos aconsejan fomentar la lectura desde lactantes y capacitar a profesores. Y el Consejo del la Cultura anuncia una campaña masiva de fomento lector. </P>




Empezar en la infancia. Antes de que lleguen al colegio. Cuando tengan apenas meses de vida o, incluso, cuando estén en el vientre materno. En eso coinciden los expertos: para fomentar la lectura, antes que nada, a los niños hay que leerles desde muy temprano en sus vidas. Y cuando lleguen al colegio, piden desde la Fundación La Fuente y de Lectura Viva, por favor, no cargar a los libros con la exigencia de una prueba con nota. Eso, sostienen, debería estar entre las bases de un nuevo plan de promoción de lectura para revertir un par de índices porfiados que se niegan a subir: sólo el 47% de los chilenos han leído un libro en el último año, de ellos, casi todos son del segmento socioeconómico más alto, y en los últimos 15 años la comprensión lectora no cambió: el 80% sigue sin entender completamente lo que lee.

"Las cifras van a seguir siendo realmente aterradoras si no se introducen cambios significativos en el esquema actual de fomento a la lectura en el gobierno. La responsabilidad no puede estar en una unidad pequeña del Consejo del Libro", dice Claudio Aravena, gerente de proyectos sociales de Fundación la Fuente, que desde hace 13 años apoya la difusión de la lectura a través de, por ejemplo, las Bibliotecas Viva de centros comerciales.

Con una década dictando talleres a profesores y bibliotecarios, Marigé Bautista, del organismo Lectura Viva, sostiene que es necesario superar la tan instalada noción de alfabetización funcional para promover un lector real: "Una persona que interactúa con el texto, que lo interroga, que lo vincula a sus experiencias personales, y como resultado es capaz de darle su propio sentido a este texto".

No es un tema nuevo, pero ahora tendrá una nueva vida. El programa que impulsó el ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke Lee Chile Lee, esta semana inicia un trayecto para ser reemplazado: el jueves 31 de julio el Consejo de la Cultura echará a andar una Mesa del Libro, en la que diferentes especialistas actualizarán la Política Nacional del Libro y la Lectura, creada en 2006. El objetivo, adelanta la ministra Claudia Barattini, es que a inicios de 2015 exista una nueva política. "Impulsaremos, además, una Campaña Nacional de Fomento de la Lectura involucrando a los medios de comunicación, personalidades públicas y líderes de opinión. Aumentar la lectura y la comprensión lectora es una tarea-país", agrega.

Masiva y destinada a poner en la "agenda pública" la lectura, una campaña efectiva, dice Marigé Bautista, "no puede quedar en publicidades de dos o tres meses, debe ser un plan a largo plazo. La lectura no tiene que ver con el espectáculo". Para Aravena, si es masiva la campaña también debe traer incentivos concretos: "Debiera ir amarrada a acciones para adquirir libros a bajo precio. La gente está ávida de tener libros de buena calidad, que duren, pero que sea barato".

Para ambos expertos la nueva política debe apuntar en múltiples direcciones. Y acompañar a los lectores desde pequeños. "Desde el embarazado en adelante", dice Aravena, que enfatiza que educadores de párvulos y profesores básicos deben ser especialmente formados para fomentar la lectura. "No puede ser que al llegar al colegio los niños se sientan espantados por la lectura, presionados por una prueba", dice Bautista. Otro problema detectado es que cuando los niños se asoman a la adolescencia, los libros salen de su mundo: "Hay una creciente falta de material, de nuevos temas y autores en el colegio para este público, que está un poco abandonado y del cual nadie quiere hacerse cargo. Los profesores deben estar atentos a nuevos libros y temáticas para atraerlos", sostiene Aravena.

Paralelamente, la Fundación la Fuente propone trabajar las bibliotecas públicas, las que según su experiencia corren la suerte de la cantidad de recursos del municipio que las administre. También deben recibir formación los bibliotecarios. Y, mas allá, salir a buscar a la gente: "Nosotros tenemos bibliotecas en el mall, pero podrían estar en cualquier lugar donde la gente se convoque: desde la Plaza de Armas hasta una caleta de pescadores, por ejemplo", dice Aravena.

No dicen nada descabellado. El programa Lectura para la Vida, que Suecia empezó a implementar este año, tiene ejes parecidos: sacar los libros de los lugares obvios -a las canchas de fútbol, por ejemplo-, incentivar el e-book en bibliotecas y, especialmente, capacitar a profesores para estimular la lectura. Ellos saben: el 90% de los suecos leyó un libro en el último año. Su plan costará 29 mil millones de pesos. ¿Cuánto costará el chileno? La ministra dice que depende del presupuesto nacional de 2015. Pero ella, como Aravena y Bautista, tiene claro lo evidente: debe estar ligada a la reforma educacional en curso. Ambición no le falta: "En esta coyuntura en que el país inicia una profunda transformación de su sistema educacional, la promoción y el fomento de la lectura deben ser centrales para lograr un cambio cultural que implique que el desarrollo económico y el desarrollo cultural del país vayan de la mano".

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