Un Parra clásico
<P>Cristóbal Ugarte Parra, el "Tololo", tiene 20 años, es nieto del famoso antipoeta e hijo de dos rockeros íconos de los 90. Creció entre las cuerdas metálicas de sus padres y la música clásica que escuchaba su abuelo. Se quedó con esto último. Inspirado en Bach, Chopin, Beethoven, acaba de sacar su primer disco. Lo llamó "Analfabeto", debido a su propia incapacidad para leer partituras musicales.</P>
Hay una imagen que él tiene clara: la sala de ensayo en la casa de Huechuraba donde vivía con sus padres: Pablo Ugarte y Colombina Parra. Era 1995 y la banda de rock-grunge "Los Ex" componía los primeros acordes de los éxitos que en la voz de Colombina sonarían esa década en las radios: La Corbata de mi tío, Sacar la basura y otras canciones cargadas de crítica social y lamentos pegajosos. Mientras eso ocurría, Cristóbal Ugarte Parra dormía en un moisés, cerquita de un amplificador.
Su nombre se lo eligió su abuelo Nicanor Parra, porque nació justo cuando él estaba estudiando al poeta isabelino Cristopher Marlowe. Pero a Cristóbal Ugarte Parra (20) nadie lo llama así. Todos le dicen "Tololo", porque así lo nombró su papá. En aimara, "tololo" significa "a la altura de Dios".
Cuando tenía tres años, sus padres se separaron. Entonces él y su madre llegaron a vivir a la casa del abuelo Nicanor en La Reina. Una casa de madera y piedra en medio de árboles centenarios. Allí, mientras traducía a Hamlet, el abuelo ponía un equipo de música Aiwa en la ventana de la biblioteca. Cristóbal, que se hacía llamar como ese Rey de Dinamarca, jugaba con los gansos en el patio bajo el sonido de Bach y Beethoven. Allí cree que empezó todo.
Tres años después, su tío Juan de Dios, "El Barraco", también músico, lo sentó frente al piano que el abuelo compró cuando Colombina entró a estudiar jazz. Allí lo hizo tocar sus primeras notas. La primera canción que tocó fue la música de las campanas del Big Ben. "Mi tío me enseñó las cosas básicas, fue el mejor profesor, súper exigente, quería que me salieran las cosas aquí y ahora. Me trató de enseñar a leer música, pero a mí no me interesaba. El se ponía furioso. Desde ahí fui autodidacta, componía cosas rarísimas, me pasaba horas en el piano".
En ese tiempo, su papá -quien estudió canto lírico, pero se hizo conocido como la voz de Upa! en los 80- lo llevó a un concierto de música clásica. Cristóbal sintió que se le pararon los pelos.
A los ocho años se sentó al piano y tocó de oído y sin equivocarse el Claro de Luna de Beethoven. Su tío "El Barraco" le exigía un camino distinto. "Me decía que lo importante era que pudiera leer las notas, no que las sacara. Pero yo pienso en la Violeta, que tampoco sabía leer partituras, era una analfabeta, y tenía su propia forma de escribir". Después, a los 16 años, tuvo clases formales de piano y luego siguió con ellas en Estados Unidos. "Aprendí a leer algo de música. Aunque de poco me sirve, porque ya sabía componer y memorizar".
Dice "Tololo": "Cuando chico crecí en recitales, dormía en las salas de ensayo, era entretenido. Mis dos papás son rockeros, pero yo soy lo contrario. Eso siempre pasa. La juventud es rebelde. Hoy yo diría que soy más el papá y mis papás son más mis hijos".
El joven habla en su taller de arquitectura. Una pieza de madera construida a metros de la casa diseñada por Colombina Parra, también arquitecta, y donde él vive con su familia: su mamá, su padrastro Hernán Edwards y su hermana Julieta, de tres años. En el mismo condominio de su abuelo.
En el taller tiene una cama, maquetas y varios dibujos a carbón. Cristóbal se acaba de cambiar a estudiar Arquitectura a la Universidad Católica. Hasta el año pasado estaba en la Diego Portales. En esta pieza guarda, además, el antiguo equipo donde escuchó música clásica por primera vez.
Hasta los 13 años, le incomodaba que le preguntaran qué música escuchaba. Porque él no oía música, no tenía iPod y jamás ha caminado en la calle con audífonos. Tampoco leía partituras. Componía con los oídos abiertos y los ojos cerrados.
"Cuando escucho música clásica, mi cabeza no descansa", asegura, mientras corta cartón piedra en su mesa de trabajo. Viste un pantalón de tela azul y una camisa blanca. Sobre la silla cuelga una chaqueta de solapas planchadas.
Este es el mundo privado del nieto que el año pasado fue el vocero de Nicanor Parra cuando viajó a España con una máquina de escribir de su abuelo para recibir en representación suya el Premio Cervantes y recitó de memoria varios antipoemas. Cuando en enero de 2012 se enteró por la radio de que su abuelo lo había elegido para ir a recibir el galardón, él tenía una sola idea en la cabeza: grabar su disco. Una ópera prima de cinco temas que empezó a escribir cuando tenía 13 años y terminó a los 19. Un disco sin nombre, al que acaba de ponerle Analfabeto. Eso, porque no sabe leer partituras.
Hace poco, el antipoeta escuchó el disco. El nieto cuenta que lo pone una y otra vez. Se lo muestra a sus vecinos en Las Cruces. Medio en broma, medio en serio, les dice: "Al fin un músico en la familia".
A los 18 años, su abuelo le dio un piano de cola Erard de 1850 y una advertencia: "Cuide bien ese piano, que es la única herencia que va a recibir". Pero no es cierto. La primera parte de la herencia llegó el día en que el "Tololo" nació: un escarabajo blanco descapotable de los años 50 que hoy está en el patio, junto al que tiene su abuelo, quien sólo compra escarabajos.
En ese piano, Ugarte Parra compuso por primera vez. Entre los clásicos, sus referentes son Erik Satie, Philip Glass, Bach y Mozart. A nivel familiar, dice que la pregunta sobra: su referente es Violeta Parra, su tía abuela.
A los 13 años creó su primera pista, hoy incluida en Analfabeto. Al escucharla, cuesta creer que la hizo un niño. Parece un tema compuesto por uno de los clásicos que todos toman en serio. Hoy el tema se llama So far so good. Suena a Bach.
A ese tema lo siguen Cuerda floja, que preparó en la pieza que usa en Las Cruces: la biblioteca del antipoeta, donde los libros comparten espacio con un piano antiguo. La tercera pista es Palabra de Glass, compuesta el 2010, después que dio la PSU, en honor a su mayor referente: el pianista norteamericano que, según "Tololo", "es a la música lo que Mies van der Roe es a la arquitectura… less is more". Luego viene Julieta, que hizo de un tirón el día que nació su hermana. La última pista se llama María.
El disco está disponible en el sitio . soundcloud.com/cristobal-h-ugarte. No quiso venderlo: "Hoy nadie compra discos, y menos música clásica". Para sus cercanos, diseñó carátulas con cartón pluma negro, madera y cartulina roja y negra.
"La música me produce mucho placer, la arquitectura está por verse, ahora es puro sufrimiento..., aunque me gusta. Nunca pensé estudiar Música, creo que los conservatorios hasta te pueden arruinar", asegura .
Pero también se lamenta: "Siempre pienso en incorporar cosas nuevas a mis composiciones, pero es terrible: como no sé escribir ni leer música, tengo que estar con una grabadora todo el rato... Soy un analfabeto".
Por eso, dice que entre sus deudas pendientes está aprender por fin a leer partituras y atreverse a cantar cuando toca el piano.
Su abuelo Nicanor parece ser más práctico. No lo manda a estudiar, sino a escuchar cuecas: "Me dice: 'Usted debería buscar todas las cuecas apianás que haya en Chile, ir a ver a Traslaviña, al guatón Zamora, y si hace eso, se va a dar la vuelta al mundo, de Hyatt en Hyatt'".
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