Un solo acto para recordar el 11 de septiembre
Es una mala señal para la ciudadanía y la reconciliación que no haya sido posible realizar una ceremonia única y amplia para conmemorar esta fecha.
LOS 40 años del 11 de septiembre de 1973 finalmente serán conmemorados en actos paralelos que desarrollarán tanto La Moneda como las fuerzas de oposición, con lo cual se ha perdido así una valiosa oportunidad de haber realizado un significativo acto de carácter ecuménico que fuera un potente símbolo de reconciliación y unidad. Es desafortunado que así sea, porque con ello se está entregando una negativa señal a la ciudadanía -especialmente a las generaciones más jóvenes-, al debilitar el espíritu cívico y republicano por consideraciones de carácter político.
Hay aquí deficiencias en la gestión política del gobierno que no pueden ignorarse, al no haber sido capaz de organizar con anticipación y el suficiente cuidado un evento que reviste profundo significado político y simbólico. Resultan llamativos, por ejemplo, los zigzagueos que se observaron desde el Palacio de La Moneda en cuanto a si invitaría o no a los ex presidentes de la República y a los candidatos presidenciales, cuestión que terminó definiéndose a último momento. Incluso, el Presidente de la República ha incomodado a su propio sector político frente a este acto, al generar dudas sobre los alcances que tendrá su discurso, especialmente luego de haber señalado en entrevista con este diario la existencia de “cómplices pasivos” entre quienes formaron parte del gobierno militar.
Las obvias desprolijidades que se advierten en la preparación de la ceremonia por parte de La Moneda no pueden justificar, sin embargo, la negativa de los partidos y figuras de la oposición de sumarse a este acto. Se ha esgrimido la existencia de un problema de “agenda”, pues el mismo día y con escasa diferencia horaria, la oposición llevará a cabo un acto conmemorativo en el Museo de la Memoria. Pero otros dirigentes políticos han sido más directos y han manifestado que no están dadas las condiciones para participar en el acto convocado por el gobierno, pues allí participarán personeros que, a juicio de éstos, tuvieron “complicidad” con el gobierno militar, y no habría ánimo en el discurso presidencial de manifestar una expresa condena a los acontecimientos ocurridos el 11 de septiembre de 1973. Siendo estas reservas legítimas, no resultan suficientes para ausentarse de un acto cuya presencia hubiera contribuido a realzar un espíritu de unidad y mirada reflexiva de acontecimientos que tuvieron lugar hace cuatro décadas.
Resulta, asimismo, negativo que una convocatoria realizada por el Presidente de la República sea desestimada sin mayores justificaciones. Se desconoce así una extendida tradición republicana, que ha entendido que la figura presidencial debe ser respetada con independencia del juicio político que se pueda tener respecto de quien ostenta la calidad de Jefe de Estado. Conviene recordar que en septiembre de 2003, cuando se conmemoraron los 30 años, el ex Presidente Ricardo Lagos encabezó una ceremonia ecuménica con la reapertura simbólica de la puerta de Morandé 80 en el Palacio de La Moneda, acto que se pudo realizar en un clima de profundo respeto y civilidad. Sería por lo mismo valioso que ese espíritu pudiera ser recuperado en beneficio del país, lo cual sería congruente con el ánimo de perdón que distintos dirigentes y grupos han expresado en el último tiempo como señal de reconciliación.
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